Por Guillermo Cherashny.-

En numerosas oportunidades el presidente dijo que le ponen palos en la rueda su gestión y tiene cierta razón, ya que los que todavía reivindican al kirchner-cristinismo y viven desgantándolo, aunque muchas veces el gobierno se provoca daño autoinflingido. En efecto, toma medidas caprichosas con la supuesta intención de cambiar y hacer progresar el país, como el sinceramiento tarifario, donde quiso arreglar distorsiones de 15 años en 6 meses cuando se exigía un programa de 3/4 años, como parece que va a adoptar ahora en las nuevas audiencias publicas que estuvo eludiendo hasta hace poco. El motivo era claro: si bien quería eliminar los subsidios al gas, electricidad y agua, tenía como segunda intención darles una gran rentabilidad a las empresas proveedoras del servicio. Y dicen que lo hizo por dos motivos, a saber: en primer lugar, al proponer ganancias a las empresas se promueven inversiones externas, lo cual es muy bueno, y en segundo lugar, otra intención era subalterna: beneficiar a amigos que tienen intereses en el gas, luz y petróleo, como el magnate Joseph Lewis, Nicolás Caputo y Marcelo Mindlin.

Pero el daño más autoinfligindo que se hace el gobierno de Macri es polarizar con el cristinismo a través de las redes sociales donde, el PRO invierte sumas millonarias mensuales para descalificar a la oposición moderada como el Frente Renovador, el Partido Justicialista o el Socialismo, convirtiendo al país en un match entre el PRO y el cristinismo donde el único mérito del actual gobierno es ser un poco mejor que los doce años anteriores. De modo que ningún inversor serio puede venir al país y es probable que los propios argentinos no quieran blanquear los dólares que se llevaron del país.

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