Por Carlos Tórtora.-

La gira de Mauricio Macri por Rusia, Suiza y Francia parece marcar una semana más tranquila que la que termina en lo que hace a la política interna. El Gobierno, herido por el escándalo que protagonizó justamente el Ministro de Trabajo Jorge Triaca, arrojó algo de aceite sobre las aguas sindicales difundiendo que se desdoblaría la reforma laboral y que habría algún margen para flexibilizar el techo de las paritarias. Como es comprensible, durante su periplo internacional, el presidente quiere evitar especialmente que la Argentina esté en la vidriera internacional por sus conflictos. Un dato interesante es que el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey figura en la comitiva presidencial dando un paso más hacia la convergencia con el oficialismo. Días atrás había dicho que “el peronismo no responde a los intereses de la gente”.

Por otra parte, la gélida postura de Francisco en relación al gobierno argentino se acentuó durante su gira por Chile y Perú. Sólo recibió en Chile a algunos de sus amigos -como Juan Grabois- y a un operador del cristinismo, Eduardo Valdés. Leyendo el lenguaje de los gestos, esto indicaría que los canales entre el Vaticano y la ex presidente continúan abiertos.

La foto actual de la realidad muestra que el macrismo tantea una ofensiva judicial en gran escala contra la cúpula sindical pero por ahora se conforma con aumentar la presión sobre la familia Moyano, lo que indicaría la intención de pegar para negociar. Febrero y marzo serán meses de tensión social y la idea oficial es que los sindicalistas se sientan caminando por una cornisa.

Mientras tanto, Macri confirmó lo que venía practicando en menor escala: el costo político de un DNU como el que firmó recientemente conteniendo múltiples reformas es relativamente bajo y más en pleno verano.

En otro terreno, el presidente estaría inquieto por un análisis de prensa que le entregó su equipo y que muestra que Clarín en las últimos dos semanas aumentó la publicación de notas críticas del oficialismo y hasta hubo una sobre los casos de corrupción del gobierno nacional. El interrogante es si esto marca el comienzo de una cambio de la tendencia benevolente que venía siguiendo el multimedios que dirige Héctor Magnetto. En diciembre pasado, el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) avaló la fusión entre Cablevisión S.A. y Telecom Argentina, que brindará el servicio conocido como cuádruple play, una combinación de telecomunicaciones fijas y móviles, distribución de video e internet por fibra óptica más televisión por cable, concentrando aproximadamente 30 millones de clientes. Este regalo navideño al grupo Clarín se llama Cablevisión Holding, la mayor concentración en el mercado de las telecomunicaciones en la historia argentina y la única en América Latina. La obtención del objetivo mayor de Magnetto podría también significar que su multimedios empiece a mostrarse más crítico de la Casa Rosada.

Un peronismo maleable

Lo cierto es que a su modo el gobierno está logrando algunos objetivos que le permitirían desembarcar en buenas condiciones en el año electoral. Macri no puede desprenderse de su impronta de ingeniero y entonces su fuerte son las maniobras ejecutadas con tiempo y en forma casi matemática y su debilidad son las crisis y las situaciones donde debe improvisar y crear. Para esto último todo el gobierno carece de cintura política.

Es por ello que, visto en su proyección para el 2019, el trabajo del macrismo sobre la diáspora peronista está dando realmente buenos resultados. En primer lugar, los gobernadores del PJ, que eran mencionados como una liga y la expectativa de una renovación, terminaron hipotecando su prestigio al negociar su apoyo fervoroso a la reforma previsional. Luego, el sanjuanino Sergio Uñac se llamó a silencio y Urtubey se plegó al oficialismo.

En cuanto al poder sindical, la estrategia judicial-mediática del gobierno lo mantiene aislado y a la defensiva, sin dejarles demasiado espacio para incursionar en política.

Pero el mayor éxito político de Macri es que, a un año del lanzamiento de la campaña presidencial, la única figura presidenciable del peronismo con peso nacional se llama Cristina Kirchner. Urtubey está fuera de carrera y los demás gobernadores ni siquiera tienen un alto nivel de conocimiento fuera de sus provincias. Además, ya no hay tiempo de inventar nuevas figuras. Sólo Sergio Massa podría levantar una candidatura presidencial pero sería funcional al gobierno si compite con CFK porque dividiría el voto peronista y garantizaría así la reelección de Macri.

Ella bajó últimamente el perfil de un modo notorio y empezó a encubrir su operatoria política. Por ejemplo, colocó a Gustavo Menéndez (intendente de Merlo) en la presidencia del PJ bonaerense ordenándole a Fernando Espinoza que negociara con aquél y no lo enfrentara. Pero Menéndez no se muestra ahora como cristinista sino como gestor de la unidad partidaria. O sea, una maniobra envolvente para evitar las reacciones contra la continuidad del cristinismo en el timón.

Con este rumbo, CFK recién empezaría a levantar el perfil en el segundo semestre del año cuando empiece el operativo clamor de que “ella es la única candidata que le puede ganar a Macri.” Y también la rival que Macri necesita porque jamás podría ganar un ballotage.

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