Por Guillermo Cherashny.-

Es indudable que el triunfo de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales marcó un antes y un después en la marcha incesante de los populismos americanos, salvo Colombia y Perú, que no tiene la importancia de nuestro país y así lo entendieron los líderes mundiales como De Renzis y Hollande y por sobre todo Barack Obama, que se invitó sólo a venir nuestro país el próximo 23 de marzo. Y la característica más importante de este gobierno es un liderazgo democrático que pide opiniones a todos opositores y que incorpora a sus iniciativas legislativas propuestas y artículos de los opositores, no sólo porque está en minoría sino por una convicción profunda de respetar el otro, al cual se lo trata mucho mejor que un adversario, y la palabra enemigo ha desaparecido del diccionario del PRO, lo que es muy positivo.

Eso prometió en su campaña, especialmente el 19 de julio del 2015, cuando triunfó Rodríguez Larreta por poco en el ballotage de Capital y cambió su discurso y abrazó el populismo expresando la continuidad de un estado presente y benefactor.

Ayer, cuando visitó El Chaco, volvió a decir que ampliará el AUH y anunció un préstamo del Banco Mundial para desarrollar el norte, pero el enorme déficit fiscal que heredó del cristinismo sigue vivito y coleando pese a que anunció aumento de tarifas pero con razón reasignó recursos a sectores productivos que no aguantaban más. Pero la suba de las tasas de Lebac al 38% para que el dólar no se escape parecería que el gobierno se enamoró del retraso cambiario, porque después de la devaluación de la mayoría de los países, ese precio no alcanza para exportar.

Se supone que estas tasas altas bajarán a principios de abril, cuando los productores liquiden las divisas de la soja. Pero el seguro arreglo con los holdouts significará un ingreso de capitales que terminará achatando el dólar. Y la historia de los gobiernos argentinos populistas democráticos o autoritarios se enamora del atraso cambiario para controlar una inflación que se dispara.

Otra medida populista es pedirle a Obama que desclasifique los archivos del golpe de 1976 -cuando cerca de un millón y medio de votantes del PRO lo hicieron con la esperanza de que se cambiara el relato del heroísmo de los montoneros y el ERP- dejando en el olvido a las víctimas del terrorismo criollo y exaltando el Parque de la Memoria, que es una falta de respeto a gran parte de los argentinos.

Finalmente, el temor un ajuste económico imprescindible se cambió por un hipergradualismo que generó una inflación descontrolada sin horizonte que baje y una profundización de la estanflación heredada.

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