Por Guillermo Cherashny.-

Esta semana trajo malas noticias para un gobierno que tenía un gran optimismo por un primer trimestre donde la economía habría crecido cerca de un 4%, pese a que el Central tuvo que vender hasta ahora 2.500 millones de dólares para que la divisa no suba de los $ 20,50. Esas malas nuevas son el procedimiento preventivo de crisis que pidió la cadena supermercados Carrefour, de origen francés, la suspensión de las dos plantas fabriles de Cargill, la cerealera extranjera más poderosa del país y los problemas de Arcor, una de las dos multinacionales argentinas junto a Techint, que sufre por la caída del consumo, que le impide pagar por primera vez en años el bono de fin año, por lo cual ahora en Brasil sufre un plan de lucha.

Parecería que el crecimiento vertiginoso del primer trimestre obedece, como opinan los economistas liberales, a la expansión de la emisión monetaria al 31% anual en esos tres meses, que originaron ventas record de autos, motos, viajes al exterior y compra de dólares, y que este segundo trimestre que recién empezó, por la sequía y porque la emisión bajó al 28%, es probable que el PBI caiga este trimestre o bien se mantenga igual y así como se terminó el verano, junto con él se fue la bonanza económica.

Encima aparecen las subas de tarifas y los guarismos de inflación, que fueron del 1,8% en enero, 2,4% en febrero y se espera un 2,2% en marzo y un 2,4% abril, o sea, más del 8% en el cuatrimestre, superando más de la mitad de la pauta de inflación esperada del 15%, y los economistas que relevan datos para el BCRA ya esperan una inflación del 20,3%. Pero todo indica que a fin de año estará muy parecida al 24,7% del 2017, o sea, el gobierno terminaría el 2018 con un crecimiento del 2% y una inflación del 25%, con una demostración de que este gobierno no puede reducir la inflación y tampoco lo podrá hacer en el 2019 y la reelección de Macri, que estaba asegurada, ahora está en peligro, aunque la oposición esté dividida.

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