Por Guillermo Cherashny.-

Pasan las horas y las agresiones del presidente suben de volumen. Está claro que ésta no es una reacción calenturienta sino más bien que se viene orquestando desde que se programó el retiro espiritual y el objetivo era no tratar la reforma a ganancias en este año y dejarlo para marzo y mezclarla con las paritarias. Pero nadie entiende por qué el gobierno la incluyó en extraordinarias si no quería negociar. Y es precisamente por eso quería victimizarse y echarle la culpa del fracaso del segundo semestre a la oposición, después de la sorpresa del triunfo de Donald Trump, que sembró incertidumbre en los mercados. Pero como desde hace 20 días Wall Street está para arriba y esperan una recepción triunfal de Trump, ya no se puede responsabilizar al magnate inmobiliario por el derrumbe económico del último trimestre, cuyos datos de noviembre lo ratifican. Entonces, ante el fracaso de las medidas económicas -porque no hay plan y el recrudecimiento de la inflación, ya que en noviembre dio 2%, y ya anunciaron aumentos en la nafta para enero- había que echarle la culpa del déficit fiscal creciente y la caída de la recaudación a la oposición. Ni siquiera un blanqueo sumamente exitoso le sirve al gobierno para reactivar la economía, porque el consumo sigue muy mal y la presión impositiva el gobierno no la puede disminuir y por tanto hay que aplicar la máxima del general que dice «no es que seamos buenos sino que los demás son peores». Entonces, perdida ya la oportunidad del crecimiento, hay que utilizar la opción “el pasado o Cambiemos” y todo lo que no sea Cambiemos es pasado y alejamiento de inversiones y hay que revitalizar la lógica amigo-enemigo y utilizar el atril para lo mismo que hacía Cristina, es decir, insultar cada vez más a la oposición, gobernadores y todos los partidos de oposición.

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