Por Guillermo Cherashny.-

Lejanos están los tiempos donde en el oficialismo se disputada una interna en el 2023 para ver quién sucedería a Macri, es decir Peña, Vidal o Rodríguez Larreta. Ahora la cuestión es llegar a fin de año, leve o nulo crecimiento, inflación superior al 30% y dólar no se sabe a cuánto. Y además si habrá acuerdo con el FMI. Aparentemente, este último estaría acordado pero el gobierno, a través de Clarín y La Nación, habla de 50.000 a 80.000 millones de dólares con el BID, BIR y CAF, lo cual, si es menor, causa desilusión, o sea, una falta de seriedad. Además, el equipo de economía y del BCRA perdió toda reputación y no se cree que Dujovne y Sturzenegger generen la confianza necesaria para cumplir el programa del FMI, de ahí que se hable de Melconian-Santangelo. Pero Macri no quiere saber nada con ellos, porque odia a quienes lo critican, y ahora también Pichetto entró en esa lista, porque lo ve aliado a Sergio Massa, a quien desprecia hace más de un año. Todos sabemos que Macri es vengativo y rencoroso, pero Massa es igual y tiene 15 años menos y tiempo para esperar. Massa se ha convertido en una especie de «Conde de Montecristo» que reclama venganza por haberlo calificado de «ventajita». Lo cierto es que el proyecto de congelamiento de tarifas salió del Frente Renovador y acompañado por Argentina Federal y Unión Ciudadana. Macri no quiere acordar con Massa y el tigrense tampoco, por lo que estamos en presencia de un duelo de titanes donde Cristina no quiere ser descartada por ese dueto y espera ser candidata.

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