Por Guillermo Cherashny.-

Está claro que el Presidente de la Nación luce cansado en su aspecto físico y además, con las críticas por el sinceramiento de las tarifas, se lo nota enojado con la sociedad, a la cual le imputa que le exigen solucionar los problemas heredados lo más rápido posible, mientras Durán Barba y Marcos Peña lo asesoran para pedirle paciencia a la opinión pública.

Es muy evidente que en el aumento de las tarifas hubo fallas que no se explican sólo porque hizo más frío que el año pasado y las causas pueden ser dos: o bien Aranguren hizo mal los cálculos y salieron aumentos desmedidos o, peor aún, supuestos infiltrados de La Cámpora metieron la mano y dibujaron los aumentos, lo que sería muy grave, porque el gobierno no manejaría los resortes de la administración.

Esta es la teoría de Elisa Carrió, quien se llamó a cuarteles de invierno, supuestamente por prescripción médica aunque se sabe del enojo de María Eugenia Vidal con Lilita, porque no le perdona que no le dijera en privado lo que hizo público, y encima, que deslizara que desde el primer momento le dijo que no nombrara a Pablo Bressi, lo cual en el entorno de Vidal niegan terminantemente.

Es seguro que finalmente Vidal se reunirá con Carrió y arreglarán los tantos, y con seguridad la gobernadora le dirá que nunca más haga acusaciones públicas sin decirle primero a ella. Como se ve, en Cambiemos están todos enojados: el presidente, con los quejosos del tarifazo; Vidal con Carrió; esta última con el PRO y la UCR, y el partido centenario con el PRO, que no le hace caso en política y encima que no le dan los cargos que creen que merecen.

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