Por Guillermo Cherashny.-
Después de varios años -precisamente más de doce, es decir, durante todo el kirchner-cristinismo-, un presidente concurre a Mar del Plata a la principal cumbre empresaria anual, que siempre deja mucha tela para cortar. Basta recordar cuando Alfredo Coto criticó a Kirchner y los empresarios lo dejaron solo como un perro, y despues se disciplinó y se hizo muy cercano a Néstor y a Cristina.
Si bien Macri es el primer presidente empresario en estos tiempos modernos, desde que asumió la jefatura de gobierno de la Ciudad y ahora la presidencia, nunca se llevó bien con sus pares, a quienes los ve alejados del servicio público, al cual él se dedicó desde que asumió la presidencia de Boca Juniors en 1995, o sea, 21 años; declaró que dejó el afán de lucro y por eso, asesorado por Jaime Durán Barba, desconfía fuertemente de ellos, antes llegar a la presidencia, al calificarlos de «círculo rojo», y mucho más ahora, por la demora en invertir, cuando él cambió las reglas de juego para desarrollar una economía abierta, sin cepo cambiario, y solucionó el default de la deuda externa.
El presidente piensa que la mitad de los empresarios cree que es h de p y la otra mitad un b…. y con ese estado de ánimo seguramente no los retará, como hacía la ex presidente, pero no hay dudas de que será crítico de la actitud pasiva del empresariado nacional, que sigue la máxima «wait and see», quizás hasta octubre del año que viene, cuando terminen las eleciones legislativas y se consolide con un triunfo el gobierno. Esta actitud empresarial no es contra el presidente sino por la posibilidad de que gane a nivel nacional -que no está en duda- pero pierda la provincia de Buenos Aires y que el cristinismo haga una buena elección en ese distrito.
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