Por Carlos Tórtora.-

Mauricio Macri dispuso en las últimas semanas un cambio de táctica ante las provocaciones de Elisa Carrió. En primer lugar, los voceros habituales del gobierno dejaron de contestar las declaraciones polémicas de la diputada. Su última embestida fue sobre Patricia Bullrich y su reglamento para el uso de armas de fuego por las fuerzas federales. A esta última la acusó de fascista y no obtuvo ninguna réplica que le permitiera entrar en el juego de contrapuntos.

En segundo lugar, la Casa Rosada se movió rápidamente para evitar que Carrió continuara obstaculizando sus proyectos legislativos. Ayer el Senado aprobó el pliego de Sebastián Argibay como nuevo juez federal de Santiago del Estero. El mismo había sido criticado por Carrió por reportar al gobernador Gerardo Zamora.

Además, el macrismo giró sorpresivamente al Senado el proyecto de modificación de la ley de financiamiento de los partidos políticos. La innovación más significativa es que se permitiría a las personas jurídicas que aporten en las campañas electorales, a lo cual la jefa de la Coalición Cívica se opone tenazmente. Interviniendo primero el Senado ya iría el proyecto a Diputados con la media sanción.

La neutralización política de su figura a través del silencio y operaciones como las descriptas le plantea a Carrió una seria disyuntiva ya que, de persistir en sus críticas al gobierno, debería subir el tono de las mismas para intentar que el macrismo salga de su actitud de no responderle.

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