Por Carlos Tórtora.-

Obligado por una economía que le ahuyenta los votos, el macrismo abandonó su ortodoxia política para ensayar la absorción de una parte del peronismo. Con la incorporación de Miguel Ángel Pichetto a la fórmula presidencial del oficialismo, Macri abrió el libro de pases para que sobre todo los gobernadores y los legisladores nacionales se anoten en las filas del gobierno. Pero hay razones para ser prudentes: la jugada de Pichetto fue de un marcado individualismo, ya que renunció a su bloque y punto. Es decir que llegó a la Quinta de Olivos sin arrastrar ni un solo senador peronista mientras sus ex compañeros de bancada se reunían con Alberto Fernández para tomar otro rumbo. No obstante estos límites, es obvio que Macri se mira en el espejo del tercer movimiento histórico que ensayara Raúl Alfonsín en la segunda parte de su mandato. De ganar las elecciones, el gobierno podría construir una coalición con buena parte del peronismo del interior más una serie de caciques sindicales, aprovechando la crisis que sobrevendría en el peronismo tras el fracaso de la estrategia de Cristina Kirchner de ungir a Alberto Fernández. Luego de la derrota del peronismo en las legislativas del 85, con la ayuda del ex ministro del interior de Isabel Perón, Federico Robledo, Alfonsín consiguió construir una poderosa apoyatura sindical de su gobierno a través de Jorge Triaca pero todo se desmoronó con la crisis económica del 88. En caso contrario, si Macri perdiera, Pichetto sería olvidado rápidamente por el pragmatismo peronista y ningún discípulo del general levantaría las banderas del PRO.

Otra polarización

Como en un dominó, la sorpresiva marcha de Pichetto a Balcarce 50 terminó de reordenar el espectro peronista. Juan Manuel Urtubey se quedó solo con las banderas de Alternativa Federal hechas girones -Juan Schiaretti dio un paso al costado- y se vio obligado a aliarse a Roberto Lavagna, que le impondría como condición que no haya competencia en las PASO. Urtubey sería el vice de Lavagna y punto. El destino del proyecto de Lavagna como tercera vía entre el kirchnerismo y el macrismo está seriamente amenazado por la operación de Pichetto. Éste podría captar rápidamente a algunos de los principales avales de Lavagna, empezando por Luis Barrionuevo.

Massa en su laberinto

A todo esto, Sergio Massa comprobó en carne propia que al kirchnerismo sigue sin importarle nada el pluralismo. Los dirigentes que sigan a Massa en el Frente Patriótico tendrían escasa participación en las listas y aquél duda acerca de competir con Alberto F por la presidencia. Una derrota sería para el tigrense la tercera consecutiva y no se advierte cómo podría evitarla. La retirada de Graciela Camaño del massismo augura otras deserciones. Camaño apunta a ser primera diputada por Buenos Aires, mientras que Margarita Stolbizer sería candidata a gobernadora y Miguel Saredi a vice.

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