Por Guillermo Cherashny.-

Un gran nerviosismo se apoderó del Gobierno cuando este fin de semana Lilita Carrió anunció que tenía algunos reparos a la reforma previsional y que la votaría en general pero no en particular. Se estaba refiriendo al cambio de la forma para actualizar las jubilaciones y las AUH, ya que en el proyecto de ley los beneficiarios pierden un trimestre de mejora que puede estar por arriba del 7%, es decir, tenían que recibir poco más del 12% y finalmente les darán el 5%.

Esta posición de Carrió es compartida por muchos analistas y periodistas pero tiene el inconveniente de que Pablo Kosiner, el diputado salteño que preside el bloque Argentina Federal -es decir, el peronismo de los gobernadores- también opuso reparos y si hay modificaciones en diputados hay que volver al Senado para aprobar las modificaciones, con lo cual se complicaría no sólo la reforma previsional sino la tributaria, que es la clave para satisfacer el reclamo de Vidal sobre el fondo del conurbano y la plata a la demás provincias.

El sistema previsional está en una seria crisis y lo que propone el Gobierno es quitarle una parte a los jubilados para que las provincias se manejen mientras en cinco años se hacen las rebajas de impuestos.

Era obvio que una discusión en Diputados demoraría todo; de ahí que las explicaciones de Marcos Peña y Nicolás Dujovne convencieron a los “lilitos” de que había que aprobarlas así como estaban y que lo mismo harán los gobernadores peronistas.

De este modo, «los lilitos» entraron en la realpolitik y saben que para gobernar hay que pagar costos y que si no votaban en particular se abría la caja de Pandora y el peronismo en diputados arruinaría todas las reformas y el gran beneficiario sería el cristinismo.

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