Por Sebastián Dumont.-

No es nada nuevo contar que desde comienzos de este año, el gobierno nacional ya pensó en la estrategia para lograr la división del peronismo en al menos tres partes para las elecciones del año que viene. Y en eso trabaja hace tiempo más allá de las coyunturas que marcan el rumbo de la gestión nacional como la provincial, esta última mucho más blindada que la del presidente.

Es una constante que se repite desde hace años en la provincia de Buenos Aires. Justamente allí, en ese territorio, hoy a aparece la legislatura como un ámbito para entender cómo se están moviendo las fichas y hasta dónde llega la peligrosa maniobra del oficialismo de acordar con un sector del kirchnerismo con el solo objetivo de esmerilar a Massa, hoy líder en todas las encuestas.

El principal objetivo de Macri desde lo electoral, es que no gane Massa el año que viene. Y para eso ha puesto a trabajar a sus hombres más cercanos. Desde Marcos Peña a Rogelio Frigerio, lejos ha quedado Emilio Monzó, enfrentado a Vidal y con dialogo abierto con el tigrense. De la única forma que hoy ven viable una caída de Massa es partiendo la oposición. Y en eso están, pero con algunos riesgos a tener en cuenta.

Cuando se selló el acuerdo de gobernabilidad en la provincia de Buenos Aires entre Massa y Vidal, eso implicó la presidencia de la cámara este año para el massismo y la vice presidencia para Cambiemos. Como existe doble firma, todo lo que se paga debe tener la aprobación de ambos.

Además, el Pro puso a los tesoreros que viajan todos los días desde la Capital Federal. La relación con el massismo fue variando. Es habitual escuchar en off que dirigentes cercanos a Vidal se quejen que con Massa hay “paritarias” todo el tiempo. Por eso, exploran otros acuerdos.

Pero no hay mucho para buscar. Si no acuerdan con Massa, lo tienen que hacer con el kirchnerismo en alguna de sus variantes. Hoy las conversaciones están orientadas de la mano de los intendentes, pero sobre todo de Florencio Randazzo quien logra mayor representación en la legislatura que muchos jefes comunales. El tema es, si esto avanzara, como explica Vidal una entendimiento con el kirchnerismo, por más que estos intenten lavar su imagen. Es cierto también que ya no hay reparos para demostrar que no quieren que CFK vaya presa y que el dialogo con Scioli es permanente a quien le prometen ayudar en su campaña.

Hoy Massa ayuda a la gobernabilidad, pero a su vez es el principal adversario del gobierno porque aparece como el único que puede ganarle con alguna claridad, aunque en el gobierno sostienen que esto variará el año que viene cuando empiecen a verse resultados de las políticas económicas. Por ahora, la luz al final del túnel parece difícil.

La Cámara de Diputados es una de las cajas políticas más importantes de la provincia. Muchas veces, los manejos no han sido demasiado claros. Y esa apetencia de poder lleva a que puedan generarse alquimias de todo tipo. Quizá, tocado ante el avance del macrismo para correr a Massa, el tigrense patee el tablero y comience a explorar un acuerdo con sectores K. En definitva, los números le darían para quedarse con todo. Nada menos que en un año electoral. Eso sí que sería un verdadero dolor de cabeza para el gobierno. ¿Lo tendrá en cuenta?

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