Por Guillermo Cherashny.-

La mentada reunión secreta de Mauricio Macri y Sergio Massa no se hizo en la cancha del golf del Cardenal Newman sino en el piso que el jefe de gobierno tiene en la avenida Libertador, y participó Juliana Awada, quien dirigía a las mucamas, que traían varias fuentes con milanesas que se habían encargado en el conocido restaurante Sottovoce, con ensalada de rúcula y tomate. No son cualquier milanesa, sino la afamada cotoletta alla milanese, que viene con el huesito, como las del resto Harry Cipriani de Venecia, New York y otras ciudades. El líder del Frente Renovador comió varias y se coordinó la fiscalización conjunta el 25 de octubre, a la que se invitaría a otras fuerzas políticas.

No cargos por ahora

En ningún momento se habló de que la Cancillería y el Banco Central serían ocupados por dirigentes de la alianza UNA, ya que no se entró en la cuestión del reparto de cargos. Sí es cierto que Massa le dijo a Macri que, si éste llega a la presidencia, él apuntaría a quedarse con la conducción del peronismo, compitiendo por ese liderazgo con Juan Manuel Urtubey. De ahí que se hablara sobre la posibilidad de que el PRO apoye a Gustavo Sáenz, el compañero de fórmula de Massa, que obtuvo 29% contra el 42% del gobernador salteño en las PASO presidenciales. Pero esto es imposible, porque el PRO no puede bajar la boleta presidencial en esa provincia. Sí puede acordarse, en cambio, el apoyo del PRO a la reelección de Jesús Cariglino y Joaquín de la Torre a cambio de que el massismo apoye a Ramiro Tagliaferro para intendente de Morón y a Néstor Grindetti para el mismo cargo en Lanús. Acuerdos similares habría en algunos otros distritos de la provincia de Buenos Aires. Massa le dijo a Macri que es casi seguro que Aníbal Fernández gane en Buenos Aires pero que no le ve futuro como primus inter pares de los gobernadores del peronismo. «Sólo quedaremos Urtubey y yo», dijo. Otro tema del que se habló es terminar con los regímenes feudales del NOA y el NEA, aunque no se acordó de qué manera se haría. La reunión fue satisfactoria para ambos, ya que para Macri el apoyo de Massa en un eventual ballotage es clave y a éste, que es muy desconfiado, le preocupan dos cosas: a) que no aparezca Elisa Carrió acusándolo de narco y b) tiene una leve sospecha de que si Macri llega a la Casa Rosada sea tentado para arreglar con Cristina y la Cámpora, cosa que parece imposible que la UCR y Carrió se lo permitan.

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