Por Sebastián Dumont.-

El cristinismo se va cerrando a sí mismo en un grupo cada vez más minúsculo y más de izquierda que lo conocido como el peronismo. El fracaso de la marcha de la resistencia del fin de semana pasado fue una muestra de ello. A eso hay que sumarle una serie de episodios que tienen el sello de los movimientos sociales que aún responden a la ex presidente. El caso de Moreno es el más reciente, donde hubo incidentes en la toma de terrenos, algo que es bastante habitual en muchos sitios del segundo y tercer cordón del conurbano. A pesar de ello, el macrismo sigue financiando esas organizaciones que buscan hacer caer al gobierno. Desde el Ministerio de Desarrollo Social no han cortado un solo plan y la intermediación de los mismos sigue en manos de grupos afines al gobierno anterior.

En un distrito del segundo cordón del conurbano, de aquellos que supieron ser de lo más kirchneristas en su momento y hoy es gobernado por un intendente del PJ son muy claros. Allí cuentan con por lo menos 7500 planes de Argentina Trabaja, que es uno de los tantos programas sociales que había puesto en marcha el gobierno anterior desde el ministerio que manejó Alicia Kirchner. Al día de la fecha, ninguno de ellos ha sido eliminado, a pesar que la mayoría de los que reciben ese plan pertenecen a organizaciones ultra K, las mismas que fueron a la plaza con Hebe de Bonafini y Máximo Kirchner. Nadie podrá tildar de antidemocrático al gobierno de Macri. En cambio, los que lo catalogan de “gorila” y “ajustador” son los mismos que siguen recibiendo esos planes que, en muchos casos, sirven para financiar la política.

Es cierto que, en el contexto en que recibió Macri el país, donde el Estado se había expandido de una manera más que brutal, no era una tarea simple pasar la guadaña y eliminar todos esos planes de un día para otro sin que ello trajera severas consecuencias sociales. Pero a más de ocho meses, llama la atención cómo los grupos más anti macristas se siguen financiando con el estado nacional. Y además, con aumentos incluidos.

El tema no es nuevo. Hace tiempo que se viene marcando esta situación donde el gobierno nacional e incluso el provincial habían cedido a sectores de la oposición el manejo de varios resortes del poder. Las críticas internas más duras en su momento recayeron sobre María Eugenia Vidal por haber cerrado un entendimiento con Sergio Massa, aun sabiendo que el líder del Frente Renovador será competencia de Cambiemos el año que viene. Pero si se repasan otras áreas del gobierno nacional, se encontrarán situaciones de sorprendente similitud.

Se podrá decir que al gobierno le conviene mantener a los sectores más duros del cristinismo vivos para contrapesar lo que la sociedad no quiere volver a repetir y se espanta ante la sola posibilidad del regreso de algunos personajes. Pero este juego puede resultar peligroso. Enfrente están dispuestos a todo, con tal de recuperar algo del poder perdido. Y lo peor es que lo están pensando y elaborando con el financiamiento que le da el propio gobierno. Todo sea por el bien de la democracia.

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