Por Guillermo Cherashny.-

Está claro que Mauricio Macri no tiene la debilidad de Fernando de la Rúa en sus primeros 4 ó 5 meses, cuando tuvo que bajar los sueldos un 13% después de ganar la capital con su aliado Aníbal Ibarra, pero se parecen en una situación muy grave como fue que el radical bajaba el gasto público pero se le caía la recaudación fiscal.

La alianza tenía un grave atraso cambiario heredado y no quiso salir de la convertibilidad y ahora se recibió un grave atraso cambiario en menos de $ 10 y se salió del cepo llevando el dólar a $ 14,50. Pero se produjo un salto inflacionario muy grande, que este mes de abril será del 6%, lo que deja un atraso cambiario importante que no permite la recuperación de las economías regionales y los productores de soja alejados de los puertos siguen sin rentabilidad pese a la eliminación de las retenciones.

El gobierno está atado de manos porque, si deja subir el dólar, los precios se dispararían aún más. Pero pese a las tasas del 38% de las LEBACs, las carteras se siguen dolarizando, porque el mercado sabe que el valor del tipo de cambio de equilibrio está en 20 pesos por lo menos. Además, a Macri se lo acusa de ser un insensible social y su primo Jorge, el presidente del BAPRO, comete un error comunicacional diciendo que este gobierno no tiene insesibilidad social, con lo cual, negando corrobora la acusación.

También es responsabilidad de Macri, que logró que en casi cinco meses las cinco centrales sindicales, que se odiaban como perros y gatos, armaran una marcha para el viernes próximo.

Y por si esto fuera poco, el ministro Prat Gay está enfrentado con el presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, y Elisa Carrió dispara sus cañones mediáticos contra Marcos Peña, el todopoderoso jefe de gabinete, que ya empieza a debilitarse. Y finalmente, los CEOs, como Quintana y Lopetegui, aparecen salpicados con la compra de dólar futuro y con los Panama Papers, lo que le provoca un desgaste prematuro al gobierno.

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