Por Guillermo Cherashny.-

El presidente padece los últimos días de un gobierno que soñaba que duraría en total ocho años pero, al ser derrotado, echa culpas por todos lados y últimamente a María Eugenia Vidal, a quien acusa de no movilizarse mucho para lograr un ballotage, ya que ella tenía perdida su elección en la provincia de Buenos Aires.

En tanto, en el círculo íntimo de Vidal, acusan a Macri y Peña por dejar que se desdoblen las elecciones en la provincia de Buenos Aires. El «shadow cabinet», como lo llaman, o gabinete fantasma, se utiliza en un régimen parlamentario para suplantar al gobierno en ejercicio si pierde la mayoría en las cámaras. Ese gabinete sería manejado por el mismo Macri y por Patricia Bullrich, a quien quiere promover como presidenta del PRO, donde se había hablado de la idea de que fuera María Eugenia Vidal, pero Horacio Rodríguez Larreta, dedicado a su gestión, quiere tener buenas relaciones con el gobierno y le dejó el camino libre a Macri para que haga lo que quiera con el PRO y, por otra parte, Vidal ya tiene un competidor por el liderazgo en provincia y es Jorge Macri, el primo presidencial, en una demostración de que Macri no confía más en Vidal, quien se rodea de Federico Salvai y Alex Campbell, sus manos derechas en el PRO y la UCR salvadoreña por su alianza con Daniel Salvador, el ex vicegobernador, y Jorge Macri se mueve con Gustavo Posse, el intendente de San Isidro, quien quiere desalojar a Salvador del comité radical.

Si bien Vidal es dialoguista como Rodríguez Larreta, no tendría reciprocidad con Kicillof en la provincia, porque ella cree que la necesita para sancionar el presupuesto, pero Kicillof se manejará con el presupuesto del año anterior y el peronismo no piensa cederle la vicepresidencia primera en la Cámara de Diputados bonaerense porque el peronismo con aliados tiene mayoría propia y el vidalismo maneja el senado con 26 contra 20 senadores, aunque el peronismo está confiado en caranchearle senadores a Cambiemos.

Así las cosas, Macri y Bullrich piensan en una oposición salvaje al gobierno del Frente de Todos, mientras Rodríguez Larreta, Monzó y la mayoría radical tienen una posición conciliadora.

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