Por Guillermo Cherashny.-

El reportaje complaciente que le hicieron los periodistas de Clarín y La Nación al presidente demuestra que tanto el gobierno como los principales medios de comunicación quieren ocultar el fracaso del «mejor equipo de los últimos 50 años» a la oposición peronista y ocultar la verdad, que es claramente que hubo una gran impericia de Sturzenegger, Dujovne y en menor medida Luis Caputo en superar la economía kirchnerista sin chocar. En efecto, quien tenía la verdad fue Carlos Melconian, que advirtió sobre los tres problemas de la economía argentina, a saber: el déficit fiscal, el comercial y la bomba de las LEBACs. Además, se opuso a expandir al crédito hipotecario, es decir con emisión monetaria, sumada a la que hacía el BCRA para comprar reservas, para sufragar el déficit fiscal y generar LEBACs y, ante el primer viento en contra internacional, el castillo de naipes se derrumbó.

En lugar de reconocer errores propios, se buscó responsabilizar al kirchnerismo y también al peronismo; al primero por la pesada herencia y al segundo por demagógico. Así el gobierno rompió los puentes con la oposición y acudió al FMI, que le dio un préstamo superior al esperado por los mercados pero que lo obliga a lo que no quiso hacer por las buenas.

Echarle la culpa al «populismo» es la receta preferida del gobierno y el periodismo oficial, como Joaquín Morales Solá, quien califica de populista a Iván Duque, el futuro presidente de Colombia, que promete una política económica liberal y se opone al infame acuerdo con los FARC y por eso lo califica de populista, poniéndolo en el mismo nivel que Andrés Manuel López Obrador, futuro presidente de México, que sí es de izquierda populista. Este periodismo amarillo también les dice populistas a las políticas que impulsa Donald Trump, que son las ortodoxas que se conocen. Esta confusión del gobierno y de la mayoría del periodismo le hace mucho mal al debate político.

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