Por Carlos Tórtora.-

La realidad es que la redefinición del escenario político nacional se dirime a partir de que una de las dos siguientes hipótesis se verifique en la realidad. La primera consistiría en que CFK gane las elecciones en Buenos Aires y, siendo el peronismo esencialmente triunfalista, se instale entonces como la firme candidata para desalojar a Mauricio Macri de la Casa Rosada en el 2019. La segunda hipótesis es la que cultiva el macrismo: que ella salga segunda en la elección bonaerense, llegando de cualquier modo al Senado Nacional y conservando el ascendiente suficiente como para que, ante la ausencia de presidenciables peronistas de fuste, pueda quedarse con la candidatura presidencial para dentro de dos años.

Pero el panorama se complicó a partir del surgimiento de una tercera hipótesis. Por su propio carácter exitista, el peronismo, si CFK es derrotada por Bullrich, podría decirle adiós a su liderazgo y dejarla reducida a su núcleo duro, que carece de inserción importante en el justicialismo. La incesante rueda de reuniones entre varios miembros de la Liga de Gobernadores y Sergio Massa y Florencio Randazzo, entre otros, llevaría a que pronto se firme una especie de consenso para renovar la conducción del peronismo con la exclusión explicita del cristinismo. Hugo Moyano, aunque sumamente cauteloso, podría sumarse a este consenso. A su vez y con perfil bajo, tanto Eduardo Duhalde como José Manuel de la Sota tejen la trama de un clamor de la dirigencia para que el PJ nacional vaya a elecciones internas después de octubre, lo que sería un paso más hacia su deskirchnerización. En el Senado, Miguel Ángel Pichetto se mueve hoy con comodidad en el control del bloque mayoritario y la llegada de Cristina al mismo le complicaría la vida. En algunos pasillos del Senado, ya se especula con que, arrastrando pronto 4 ó 5 procesamientos, un sector de la bancada peronista podría pedir su desafuero. El Senado no tiene una historia muy rica en este tema: el ex gobernador cordobés Eduardo Angeloz fue el primer senador que perdió sus fueros por una causa judicial desde el regreso de la democracia.

Fue el juez cordobés Manuel Medina el que pidió la medida durante el proceso en una causa por enriquecimiento ilícito. La cámara alta, en ese caso, votó para aprobar el desafuero por 60 días, en junio de 1996. El juez pidió una extensión, porque consideró que no era tiempo suficiente para llevar a cabo la investigación y se le otorgó. Más tarde, el cordobés volvió al Senado en 1997 tras un acuerdo entre el PJ y la UCR, y fue absuelto de la causa en 1998.

Durante 2000, tras el escándalo que se desató por el arrepentido Mario Pontaquarto, que reconoció ante la justicia haber cobrado dinero para aprobar la ley de flexibilización laboral, el vicepresidente Carlos Chacho Álvarez pidió un «desafuero colectivo», para que todos los involucrados se sometieran a la investigación. Sin embargo, no fue aceptada la petición y Álvarez renunció a su cargo, generando el primer gran golpe al gobierno de Fernando de la Rúa. El juez Carlos Liporaci pidió la medida para los ocho senadores bajo sospecha, pero fue rechazada.

Al correntino Raúl Romero Feris, directamente se le impidió la jura en 2002, acusado en varias causas, entre otras, administración fraudulenta, irregularidades al frente del Ejecutivo provincial y de la comuna de Corrientes.

No tomar riesgos

Lo cierto es que Macri empezaría a inquietarse seriamente por la posibilidad de que, entre la incipiente rebelión peronista, los procesamientos en la justicia federal y el éxodo de muchos dirigentes K, CFK termine por desplomarse y ya no esté en condiciones de ser la rival perdedora que el presidente necesita para el 2019.

En el entorno presidencial hay varios que creen que Héctor Magnetto está moviendo muchas de las piezas que van cercando a la viuda de Kirchner en el tablero. Por ejemplo, se habla de que Bonadío cuenta en sus resoluciones contra ella con una difusión máxima de todo el grupo Clarín, que también le daría su empuje a las conversaciones entre Massa y varios gobernadores.

Una interpretación que circula señala que el CEO de Clarín no coincidiría con Macri en la idea de preservar a CFK en carrera, operación que consideraría altamente peligrosa. Si los cálculos del gobierno salieran mal y la situación económica se deteriorase, ella podría terminar volviendo a la Casa Rosada. Esto es algo que Clarín no podría en modo alguno permitir porque el kirchnerismo bien podría intentar terminar lo que dejó inconcluso y volver con la política de desmembrar el grupo. El único modo de descartar este riesgo sería entonces la liquidación política de quien dominó la vida política argentina durante casi una década.

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