Por Carlos Tórtora.-

Acuciado por la baja de las expectativas de la sociedad sobre el mejoramiento de la economía y el amesetamiento de la imagen positiva presidencial en niveles insatisfactorios, el gobierno decidió poner en el centro del tablero su tema preferido. Esto es, la confrontación con el kirchnerismo justo en momentos en los que la ex presidente se destaca por su silencio. El resultado del embate oficial fue el comienzo de una crisis entre la Casa Rosada, la justicia y la bancada peronista del Senado. En Comodoro Py no cayó bien que Macri repudiara públicamente la excarcelación de Cristóbal López y menos aún la ofensiva macrista para defenestrar al camarista de la Sala II Jorge Ballestero, uno de los firmantes del fallo. Elisa Carrió completó el malestar judicial con su denuncia contra Ballestero ante el Consejo de la Magistratura.

Con el juez federal Ariel Lijo como principal operador, después de la remoción el año pasado del camarista Eduardo Freiler existía un acuerdo que implicaba “ni uno más”. O sea, no más remociones de jueces por el Consejo de la Magistratura. Así fue que este organismo le impuso apenas una sanción menor al juez federal Daniel Rafecas. Pero el gobierno pateó el tablero al clamar ahora por la cabeza de Ballestero. Este cortocircuito coincidió con que la Corte Suprema, en una polémica acordada, invalidó que el Tribunal Oral 9 quedara a cargo del juicio oral a CFK por el caso Báez. Lo decidido por la Corte, a su vez, irritó los ánimos de la Casa Rosada y de la mayor parte de los miembros del Consejo de la Magistratura, que harán oír su voz en los próximos días. Las excarcelaciones de Carlos Zannini y Luis D’Elía, que tienen sólidos fundamentos jurídicos, también molestarían al gobierno, porque la opinión pública las vería como un ablandamiento de la lucha contra la corrupción aun cuando los procesos sigan adelante.

Pero Macri convirtió estas escaramuzas con los jueces en una batalla campal cuando definió que le propondrá al Senado que apruebe la designación de Inés Weinberg de Roca (presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad) como Procuradora General de la Nación. O sea, la ruptura del acuerdo político con la bancada Argentina Federal que lidera Miguel Ángel Pichetto, para la designación del Fiscal de Casación Raúl Pleé. Pichetto entró en crisis por esto y por la ruptura de otro pacto: que el Senado rechazaría de plano el pedido de desafuero de Cristina Kirchner. La bancada oficialista pidió en cambio sorpresivamente que el mismo sea tratado; Pichetto puso el grito en el cielo, tiró el micrófono al piso y al rato, para compensar la situación creada, se trenzó en una discusión pública con la ex presidente.

Volviendo a Weiner de Roca, su lejanía con el fuero federal es inmensa y todos la ven como una delegada personal de Macri. O sea que es ilógico interpretar que el presidente intenta forzar esta designación contra viento y marea para protegerse en caso de que en Comodoro Py avancen en un tiempo más las causas que pueden afectarlo. Por ejemplo, la investigación de la ruta de los U$S 50 millones de coimas gastados por la constructora brasileña Odebrecht en la Argentina, una temática que acaba de costarle la presidencia de Perú a Pablo Kuczynski. El tiempo dirá si Macri quiere comprar con Weiner de Roca un seguro de impunidad. Lo cierto es que la nominación de ésta será difícil de digerir en el Senado y corre el riesgo de quedarse en el camino, como le pasó a CFK cuando intentó imponer como sucesor de Esteban Righi en la Procuración General al titular de la SIGEN Miguel Ángel Reposo. Los macristas contestan que Alejandra Gils Carbó era comercialista y también ajena al fuero criminal. Pero no era amiga personal de la entonces presidente. Instalado el conflicto a varias puntas con la justicia, Macri afrontaría entonces varias semanas de turbulencias, posiblemente hasta que se arribe a nuevos pactos que generen un nuevo equilibrio.

Furor internista en el PJ

A todo esto, el peronismo entró en un furor internista y, mientras Sergio Massa y Florencio Randazzo siguen intentando crear un polo de poder, el golpeado Pichetto postergó el lanzamiento formal del Peronismo Federal que se iba a realizar el próximo 6 de abril en Gualegaychú. En cambio, habrá una más modesta conferencia de prensa. Es que los gobernadores peronistas que quieren empujar a Cristina a la jubilación, empezando por Juan Manuel Urtubey, no creerían que haya llegado el momento de sacar la cabeza.

Pero las complicaciones internas también agitan al kirchnerismo y allegados a la ex presidente señalan que quedó sumamente descontenta con la cumbre de San Luis (a la que no asistió). Ella entendería que algunas figuras como Jorge Capitanich y por supuesto Amado Boudou deberían dar un paso al costado en lugar de salir en los primeros planos, para permitir una imagen renovada y potable del cristinismo.

En el entorno de Cristina se apunta como autor principal del desaguisado a Alberto Rodríguez Saá, que trata de empujar a aquella a que decline de ser candidata a la Rosada el año que viene para ocupar él ese espacio. Algo que sería casi imposible.

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