Por Guillermo Cherashny.-

La inflexibilidad de Mauricio Macri al negarse a acordar que Sergio Massa sea candidato a gobernador de Buenos Aires hace pensar a no pocos analistas si el jefe de gobierno juega a perder o bien es consciente de que no podría evitar su derrota frente a Daniel Scioli, el seguro candidato del Frente para la Victoria. Es cierto que en el encuentro de dirigentes del PRO realizado en Mar del Plata del viernes pasado Jaime Durán Barba mostró una encuesta que lo da ganador a Macri por el 3% de diferencia. Sin embargo, en una charla de pasillo durante el mismo cónclave, habría dicho que Scioli estaba tres puntos arriba. De un modo u otro, esa diferencia quedó en discusión, sea para un lado o para el otro. De cualquier modo, el optimismo de estas cifras fue un aliciente para la masa de seguidores del PRO. Sobre todo la dirigencia de Macri y Carrió no tiene dudas de que el jefe de gobierno gana en la primera vuelta, porque consideran que los encuestadores, en su inmensa mayoría, están influidos por el gobierno y que la presidente y Scioli no están en condiciones de ganar. Sin embargo, en otra fuente clave, la mesa chica del PRO, predomina la opinión de que Scioli les lleva entre 7 u 8 puntos y que Macri puede llegar a ganar en un ballotage, que en la Argentina sería una tercera vuelta a partir de la existencia de unas PASO que cada vez más funcionarían como una primera vuelta. En caso de que así sea, que la primera vuelta se transforme en un segundo turno electoral, la cúpula macrista sabe que tiene todas las de perder, porque Scioli puede superar el 45% y entonces quedará electo presidente. Pero si no los supera, habrá tercera vuelta o ballotage y ahí las chances de la triple alianza crecen.

La incertidumbre manda

Hoy por hoy, tanto el macrismo como Carrió mantienen la teoría razonable de que no hay que contaminarse del PJ en ninguna de sus variables y conservar la identidad propia aunque se gane o se pierda. Curiosamente, aunque su historia indicaría lo contrario, la UCR adoptó una postura más abierta. Carrió aportó en su análisis que Scioli puede ganar por los votantes radicales que se llevaría la candidatura de Margarita Stolbizer del Frente Progresista. En cambio, en el análisis de la conducción del PRO, cuenta sobre todo otro factor: el triunfo o la derrota dependerían de si la mayoría de los votantes de Sergio Massa y José Manuel de la Sota se inclinarán por apoyar a Scioli o bien funcionarán como peronistas opositores a los K. En este caso, ante la disyuntiva de un ballotage, votarían a Macri. El riesgo está a la vista: si los seguidores de UNA siguen votando en primera vuelta por sus candidatos, el 15% que obtendrían le daría a Scioli la oportunidad de obtener más del 10% de diferencia sin que el PRO llegue al 40% o bien llegar al 45%, con lo cual se consagrara presidente. En ese caso, Macri, Sanz y Carrió podría asumir la conducción de la oposición manteniendo el mismo esquema para el futuro. Pero no hay que descartar que, dependiendo de cuáles sean los números finales, muchos opositores se enojen con Macri y Carrió por no haberle podido ganar al Frente para la Victoria. Por supuesto que, con semejante fluidez en los hechos, hablar de esto último ahora no pasa de una simple especulación.

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