Por Guillermo Cherashny.-

Cuando Margarita Stolbizer se presentó en el plenario de UNA en Parque Norte junto a Massa, Lavagna y De la Sota, y dijo: «aquí es donde tengo que estar», el PRO sufrió una gran decepción, porque creían que después que el presidente recibiera a la líder del GEN tenía asegurada la nómina de candidatos al senado en la provincia de Buenos Aires, conformada por Esteban Bullrich seguido de Stolbizer, a quien, según sus números, le aseguraban una banca en la cámara alta, y esa dupla conformaba lo que en el juego del billar se llama palo y carambola, es decir, sumaban a una luchadora contra la corrupción menos conflictiva que Carrió y le restaban una aliada a Sergio Massa, el adversario que mejor mide en ese distrito, y así aseguraban el triunfo en el bastión electoral más importante del país. Pero al fracasar la jugada, declararon la guerra, empezando por los trolls de Twitter atacando a la líder del GEN y, por el otro lado, Carrió recibió vía libre de Macri para atacar a Massa por sus vinculaciones con parientes de Ibar Pérez Corradi. Si bien la denuncia es de ciencia ficción, siempre hay electorado que lo cree y ése fue el objetivo. Y el martes, cuando al presidente le preguntaron por la propuesta de Massa de restringir algunas importaciones en línea con la Unión Industrial y ahí dijo que el líder del FR «habla por hablar y que estudie antes de hablar».

En el Frente Renovador se tomaron todas estas agresiones como una formal declaración de guerra para ablandarlo cuando el oficialismo presente el presupuesto para el año que viene y también porque el gobierno, preocupado porque Massa tiene a dos integrantes del trío de la CGT y además cosechó el apoyo de la UOCRA de Gerardo Martínez, vio que el tigrense estaba atrás de la reapertura de las paritarias, con las cuales el gobierno no quiere saber nada.

Así las cosas, todo marcha hacia un choque de trenes, salvo que en estos días Marcos Peña lo invite almorzar en la Casa Rosada a Sergio Massa y se retome el diálogo y, según fuentes del Frente Renovador, Sergio Massa está enojado pero no tanto como para rechazar un cese de hostilidades.

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