Por Guillermo Cherashny.-

Ya empezaron los hiperkinéticos movimientos de Juan Manzur, a quien le gusta que lo llamen Menemcito y se parece al caudillo riojano en entender al mundo desde el prisma del mundo judeo-cristiano. Y ponemos primero judeo porque tiene estrechas relaciones con el movimiento Jabad Lubavitch, la organización de judíos ortodoxos con gran influencia en la costa este de New York -también conocidos como los jasídicos-, que tiene un poderío económico extraordinario, que hacen que Hugo Sigman -el magnate de los laboratorios, al cual lo vinculan como supuesto socio- quede como un integrante de la clase media.

Ya señalamos que Manzur pertenece a la religión cristiana maronita, anteriormente mayoritaria en el Líbano, donde habitan 3 millones de maronitas, pero cerca de 10 millones constituyen la diáspora en el exterior, de los cuales unos 5 millones viven en el Brasil y se los considera ricos y educados. Los maronitas en el exterior son aliados estrechos de la comunidad judía y del Estado de Israel; en cambio en Líbano a regañadientes tienen que convivir con el Hezbollah. La organización Jabad Lubavitch hace una cena anual en New York y concurren los políticos americanos más importantes y 10 maronitas de la diáspora. Juan Manzur es uno de ellos, de ahí que la tolerancia con Venezuela, Cuba y Nicaragua tenderá a disminuir. Aparte de oponerse al aborto, jamás hablará en idioma inclusivo, así que de ahora en más el todes no estará en el vocabulario de la jefatura de gabinete. Muchas cosas cambiarán en este relanzamiento del gobierno, que cada vez será más peronista y menos de todos.

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