Por Maxi Pérez (Agencia NOVA).-

Envueltos en debates intestinos, los gremios le entregaron un nuevo triunfo a la gobernadora (Dibujo: NOVA).

Esta semana la gobernadora María Eugenia Vidal dio una nueva muestra de cintura política al dejar sin argumentos a los gremios más combativos de la administración pública, cerrando una nueva paritaria con salarios a la baja y sin que, al menos por ahora, se advierta ningún costo político en la medida.

La negociación se presentaba aparentemente complicada y hasta los sectores dialoguistas como UPCN y FEGEPPBA habían adelantado una posición más dura que en el comienzo de las paritarias del primer semestre, pero en esta oportunidad todo se encaminó más rápidamente de lo esperado, se cerró un acuerdo corto que estirando en análisis conforma a todos los sectores y como frutilla del postre el gobierno lanzo una zanahoria para que se peleen los dos sectores sindicales mayoritarios.

La compulsa de padrones de afiliados que venía siendo reclamada por ATE, fue puesta sobre la mesa por el gobierno en el mismo momento en que los ministros de trabajo Marcelo Villegas y de economía Hernán Lacunza, presentaban una oferta de menos del 14 por ciento para cerrar el año y dejaban que madure, con desconfianza entre los gremios, un pedido para un nuevo acuerdo corto.

La jugada fue realmente magistral, el sector más combativo perdió empuje un tanto embelesado por el reconocimiento de que pasaba a ser el gremio mayoritario, del lado de enfrente el acuerdo paritario paso a ser un trámite para poner nuevamente los esfuerzos en demostrar que UPCN sigue siendo el principal gremio de trabajadores estatales de la provincia.

En el medio de la discusión, mas de 600 mil empleados de las distintas áreas y ministerios que otra vez vieron pasar una negociación en la que pareciera que lo único que no se tiene realmente en cuenta son la necesidades de cada uno en relación a la coyuntura social y económica de la provincia.

Peronismo verde esmeralda

En los próximos días llegará el desembarco territorial del «Grupo Esmeralda», nucleamiento de intendentes del peronismo bonaerense que encabezan Gabriel Katopodis de San Martín y Martín Insaurralde de Lomas de Zamora y que mantienen muy buenos vínculos con Florencio Randazzo, pero también con el ala más peronista del Frente Renovador.

La irrupción territorial de ese espacio, que debe su nombre al bunker de la calle Esmeralda en Capital Federal en donde realizan sus reuniones, ya tuvo su primer puesta en escena cuando se presentó el proyecto de traspaso de la policía local a los municipios, que sirvió además para dar un mensaje de unidad del peronismo, sobre todo hacia el gobierno de Cambiemos.

El próximo paso, como ya adelantamos hace un par de semanas en esta columna, será la llegada a los distritos que no gobiernan intendentes afines, y para sorpresa de algunos, no en todos los casos será de la mano de los referentes locales del PJ, sino que en varios distritos los integrantes de este nuevo espacio analizan prescindir de la estructura partidaria.

Esto ocurrirá sobre todo en aquellos distritos en los que la derrota este íntimamente ligada al desarrollo del PJ o en los cuales los referentes locales con representación institucional sean dirigentes «piantavotos», en esos casos y con mucha sutileza, los intendentes buscarán generar nuevos liderazgos que representen fielmente la “renovación” del peronismo.

Un desacuerdo “radical”

El ninguneo de María Eugenia Vidal a sus socios del radicalismo ha entrado en lo que podría significar un punto sin retorno, pero que se sostiene por la propia incapacidad de la UCR bonaerense de plantarse con fuerza y siquiera amagar con dar un portazo.

La designación de nuevos funcionarios provenientes del peronismo, con divisiones ministeriales incluidas, terminaron de rasgar la compleja trama de vinculaciones entre el PRO y el partido que en la provincia preside Ricardo Alfonsín.

La debilidad del partido centenario ante esta situación tiene dos vertientes muy claras, por un lado la buena imagen de la gobernadora e incluso de Mauricio Macri en la provincia que contrasta con la falta de dirigentes de peso del radicalismo y por otro lado el fino trabajo de los operadores territoriales del gobierno que le dedicaron más tiempo a los intendentes radicales que a los de la oposición.

Hoy está claro que los acuerdos con jefes comunales del peronismo fueron rubricados directamente por la gobernadora, mientras que sus operadores se encargaron de aislar a los radicales de la estructura partidaria, poniendo el aparato de gestión política a su disposición para que puedan ignorar el llamado del partido sin sufrir consecuencias.

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