Por Maxi Pérez (Agencia NOVA).-

El gobierno bonaerense parece tener problemas de comunicación, pero podrían ser sólo una cortina de humo para no decir demasiado (Dibujo: NOVA).

La provincia de Buenos Aires tiene, desde siempre, un serio problema de comunicación. Siendo el distrito más importante del país por extensión, habitantes y PBI, nunca fue fácil contarles a los bonaerenses, a los porteños y al resto del país cuáles son los problemas y los logros en cada gobierno.

La gestión de María Eugenia Vidal no es la excepción a esa regla y la gobernadora encuentra muchas dificultades para explicar ante los bonaerenses como va a poner en marcha la provincia en este escenario de cuentas en rojo, tensiones con los gremios y movilizaciones diarias de varios sectores.

Incluso allí dónde podría hacerse fuerte, sea por logros propios o por los problemas de la gestión anterior, el gobierno no cuenta con un dispositivo comunicacional que le permita sortear los obstáculos que aparecen todos los días en el territorio y que van desde el escándalo de los Panamá Papers de Néstor Grindetti a la falta de agua en Bahía Blanca, pasando por la crisis sanitaria del centro de menores de Lomas de Zamora.

Si el gobierno de Daniel Scioli ignoró a los medios provinciales por las aspiraciones nacionales del ex motonauta, el de Vidal hace lo propio pero por la clara pertenencia de todo su equipo al escenario porteño, o en el mejor de los casos, al territorio metropolitano y eso no ayuda para evitar que las desprolijidades salgan a la luz.

La mandataria bonaerense es una gran comunicadora, pero solo de su propia imagen, que ha construido en torno a la idea de su gran sensibilidad para encarar los temas sociales, pero por el momento es incapaz de imprimirle la misma lógica a la comunicación de su gestión.

Además el gobierno provincial claramente no tiene autonomía comunicacional anta la estrategia del ejecutivo nacional y ni siquiera puede pedir permiso, sino que simplemente se acopla a ese esquema como una pieza más del rompecabezas que digita Mauricio Macri junto a su equipo.

Por el momento, Vidal no representa un riesgo ni para el presidente ni para los integrantes del equipo de Cambiemos que aspiran a la sucesión en el caso de que finalmente el empresario decida solo permanecer en la Rosada durante un período y por eso el acuerdo alcanza también la comunicación.

Qué y para qué comunicar

Comunicar para sostener la imagen del gobierno nacional puede parecer poco en las expectativas de un dirigente que espera crecimiento y proyección nacional, pero para uno que carece de estructura territorial, cuya suerte está ligada al devenir del ejecutivo central, claramente cambia la ecuación.

El nuevo caballito de batalla provincial tiene que ver con uno de los reclamos más caros en términos figurativos y literales para los bonaerenses que es la coparticipación y el fondo del conurbano. La ventaja es que el tema genera consensos inmediatos en todos los espacios políticos, lo que en principios allanaría el camino para realizar el reclamo a nivel nacional.

Pero avanzar solo será posible en los plazos en los cuales la “ganancia” en términos políticos pueda ser capitalizada por el presidente como una medida de equilibrio y justeza, y no como la consecuencia de la presión de los bonaerenses que lograron torcerle el brazo al gobierno.

Para eso la provincia debe elegir que contarles a los bonaerenses y la disyuntiva es profundizar la idea de la catástrofe del gobierno anterior como fundamento de todos los problemas o moderar ese relato e instalar una mirada positiva y proactiva sobre la chance histórica de recuperar miles de millones de pesos.

La primera opción no deja margen de maniobra y en apenas unos meses tendrá a Vidal debiendo reconocer que administra la crisis en una provincia que es inviable y con una situación que no tiene chances de revertir. La ministra de Salud, Zulma Ortiz pareció avanzar en ese sentido cuando en una reunión con el Colegio de Médicos de La Plata durante esta semana le dijo que “no había expectativas” de mejorar la salud este año.

Si en cambio Vidal prefiere avanzar por la positiva, el riesgo es agotar los tiempos políticos de una negociación tensa que deberá encarar el presidente para conseguir la devolución de miles de millones de pesos al Estado bonaerense y encaminarse a un nuevo fracaso, que además sería estrepitoso, si se ponen todas las fichas en esa opción, como parecen hacer los ministros de Trabajo Marcelo Villegas y de Economía Hernán Lacunza, al encarar la reapertura de paritarias con los trabajadores estatales.

El punto intermedio es, por el momento, una imposibilidad, pero Vidal deberá forzarlo si pretende tener subsistencia política propia en un escenario que se advierte más complicado a nivel provincial que nacional.

Mientras tanto, jugar a la ingenua puede ser una ventaja y en materia de comunicación hablarle al televisor desde una lata con un piolín de algodón sólo un método para ganar tiempo desconcertando a todos sin tener que decir demasiado.

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