Por Guillermo Cherashny.-

En este estado de la causa del espionaje del 2015 al 2019, donde falta un escalón para llegar a Mauricio Macri como el jefe de esa organización ilegal de espionaje, aparece el fiscal federal Marijuán, quien actúa en la causa que se tramita en Comodoro Py, donde investiga la responsabilidad por la bomba que le pusieron a José Luis Vila, el dirigente radical que es un agente histórico de la SIDE-AFI, y reclama que toda la causa del grupo ilegal pase a su jurisdicción.

Marijuán tuvo razón cuando reclamó que el juez Villena quiso investigar ese atentado por la confesión de un arrepentido, el narco Sergio «Verdura» Rodríguez, porque ya había una causa iniciada que él instruía. Pero reclamar toda la causa en momentos en que los jueces federales de Lomas de Zamora, Villena y Auge, y la fiscal Incardona, están por llegar al último eslabón antes del ex presidente Macri, despierta muchas sospechas.

En efecto, en general, cuando un hecho grave se investiga fuera de Comodoro Py y registra avances importantes y se lo reclama para los juzgados federales de Capital, terminan adentro de un cajón y puede ser que éste no sea el caso y quizás Marijuán quiera pasar a la historia como el magistrado que descubrió la maniobra de espionaje más grande desde la vuelta de la democracia desde 1983.

El motivo de sospecha es que Marijuán era uno de los candidatos de Macri para Procurador General, aunque finalmente propuso a Inés Wainberg de Roca. Pero Marijuán era un asiduo concurrente a la Quinta de Olivos cuando Macri era presidente y, si bien siempre se lo vinculó a Sergio Massa, porque era el fiscal de la ANSES, en el último tiempo se acercó a Macri.

Puede ser también que Marijuán, que visitaba a Olivos para ser elegido como Procurador General, al ser destratado por Macri -como hizo con todo el mundo- ahora quiera investigar en serio.

El problema es que los magistrados Villena y Auge avanzaron mucho más que las pocas medidas que tomó Marijuán después de dos años que tiene la causa. En cambio, los jueces de Lomas ya detuvieron a Alan Ruiz, el ex Director de Operaciones Especiales de la AFI, que habría ordenado ese atentado y que dirigía un grupo de 20 agentes que actuaban al margen de la estructura y que informaban directamente al Presidente, algo inusual desde la vuelta de la democracia, ya que los anteriores presidentes se informaban con el jefe de la SIDE o las autoridades máximas de seguridad, como era el Ministro del Interior y no como estaría probado que Macri, a través de su secretario privado y su Secretaria de Documentación, tenía contacto directo con los agentes de campo.

Es decir que Macri no confiaba ni en Arribas ni en Patricia Bullrich y se informaba directamente con ese grupo orgánico que informaba a sus superiores contemporáneamente al Presidente de la Nación.

Esta anormalidad en la función de gobernar muestra a un personaje obsesivo con la vida de los demás por parte del ex presidente, que se encargaba personalmente de impulsar los juicios contras los funcionarios K presos y a los cuales se sobrestimaba al punto que los hacían responsables de todas las movilizaciones contra su gobierno y de armar operaciones de inteligencia desde la cárcel, cuando en realidad la AFI y Seguridad y Justicia montaron un sistema de espionaje en las cárceles violando el secreto entre el procesado y su abogado defensor.

Hay bastante jurisprudencia en el sentido de que, cuando hay problemas de competencia, la causa quede radicada en donde más se avanzó, y en este caso son los tribunales de Lomas de Zamora, de ahí que el pedido de Marijuán resulte sospechoso.

Pero el espionaje no terminaba en la Nación sino que, en la Provincia de Buenos Aires, supuestos episodios de inseguridad, como fueron el ingreso ilegal al despacho de Federico Salvai, ex jefe de gabinete Vidal; la bala que se encontró en el viejo domicilio de Morón de la ex gobernadora, y otros supuestos actos de amedrentamiento contra las autoridades encabezadas por Vidal, parecería que fueron operaciones de marketing electoral con el fin de justificar el combate imaginario contra «las mafias» que se hizo durante cuatro años, donde no hubo casi ningún muerto y donde los narcos se entregaban voluntariamente y se capturaba la droga pacíficamente, muy lejos de guerras contra el narcotráfico en Colombia y México. Pero este divertimento era menos grave que el espionaje que manejaba Alex Campbell, Subsecretario de Gobierno de Vidal, y de Marcelo Berra, el Director de Asuntos Internos de la Bonaerense citado a declaración indagatoria sin eximición de prisión para estos días, demuestran que había un aceitado sistema de espionaje para atacar a la policía, para ponerla como enemiga y dividir a la oposición peronista en la provincia de Buenos Aires, donde es mayoritaria. Quizás el complejo de culpa de María Eugenia Vidal sea la causa por la cual es una «paloma» frente a los continuos ataques del gobernador Kicillof.

Así las cosas, el PRO, un partido nuevo que se vendía como superador del peronismo y la UCR, utilizaba métodos de espionaje ilegal a una escala que el sector más autoritario del peronismo queda hecho un poroto.

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