Por Carlos Tórtora.-

La segunda primaria en un distrito grande -la primera fue en Santa Fe- quedó anoche envuelta en suspicacias al caerse anoche a último momento la página oficial que debía suministrar los cómputos. Paradójicamente entonces, el vencedor de ayer, Horacio Rodríguez Larreta, ganó holgadamente la interna del PRO en nombre de la supuesta eficiencia de una gestión que, sin embargo, no pudo garantizar la difusión del recuento de votos hasta pasadas las 24 horas, hecho inédito en la historia de las elecciones porteñas. Esta increíble demora en los cómputos oficiales obligó a que los medios se manejaran durante seis horas con cifras globales y en un marco de cierta confusión. Lo cierto es que el 47,38 por ciento sumado entre Larreta y Gabriela Michetti consolidó un claro triunfo macrista -con un porcentaje similar al obtenido en el 2011- pero no aventó el fantasma de un probable ballotage. Dice el artículo 96 de la constitución porteña: “Si en la primera elección ninguna fórmula obtuviera mayoría absoluta de los votos emitidos, con exclusión de los votos en blanco y nulos, se convoca al comicio definitivo, del que participarán las dos fórmulas más votadas, que se realiza dentro de los treinta días de efectuada la primera votación”. Así las cosas, si en la primera vuelta a celebrarse el próximo 5 de julio el PRO no consiguiera sumar varios puntos más, podría verse obligado a una difícil segunda vuelta contra Martín Lousteau, cuya fecha estaría muy cercana, tal vez una semana, a las PASO nacionales del 9 de agosto. En otras palabras, que Mauricio Macri se arriesga ahora a que el pilar de su candidatura presidencial, o sea el triunfo en Capital, se le vuelva difícil y, si llega, lo haga a último momento de la instancia decisiva de las PASO, lo que podría restarle algo de fuerza a su candidatura. En este marco hay que preguntarse si el 20 por ciento que siguió ayer al Frente para la Victoria, más los numerosos partidos de izquierda que quedaron eliminados por no alcanzar el 1,5% de los votos válidos, como Camino Popular y SURGEN, no se volcarán el 5 de julio hacia Lousteau. En el caso de los kirchneristas, podrían cortar boleta apoyando a Lousteau para jefe de gobierno y a sus propios candidatos para legisladores y comuneros.

Pero la jornada de ayer le dejó otra preocupación a Macri. En las elecciones neuquinas, sorpresivamente el candidato del Frente para la Victoria, el intendente de Cutral-Có, Ramón Rioseco, se quedó con el segundo lugar, con el 27,67% de los sufragios, detrás del ganador Omar Gutiérrez, ex ministro de Economía de Jorge Sapag, que obtuvo el 36,75% de los votos. El macrismo sufrió una decepción porque Horacio “Pechi” Quiroga, al frente de la alianza Nuevo Compromiso Neuquino-Pro-Unión Cívica Radical, se posicionó tercero con el 21,9%. Esto vuelve a mostrar que en las provincias chicas y medianas el FpV sigue manteniendo números altos que contrastan con sus carencias en las grandes ciudades. Los 4 puntos que en Capital separaron a ECO (22,26%) del FpV (18,72%) son indescontables en el escrutinio definitivo. El show de ministros, legisladores y funcionarios mostrado ayer por el gobierno para proclamar que eran la segunda fuerza de la Ciudad se convirtió en una tragicomedia.

Especialmente para Daniel Scioli que, presionado desde arriba, debió poner la cara para festejar un segundo puesto inexistente, compartiendo la foto con Amado Boudou, en lo que parece ser un anticipo de lo que le espera si es el candidato oficialista. Después de haber hecho bastante para producir una polarización electoral con Macri, la Casa Rosada empezaría a buscar ahora el modo de evitar que el ingeniero se convierta en un Frankenstein difícil de frenar. Por lo pronto, como el triunfo de Miguel del Sel en Santa Fe el 14 de junio parece un hecho, el kirchnerismo necesita que haya segunda vuelta en Capital para bajarle el precio al eventual triunfo del PRO.

Como era de esperarse, ayer Sergio Massa pagó muy caro su error de presentar lista propia, ya que los 17.000 votos obtenidos por su candidato a jefe de gobierno Guillermo Nielsen dejaron a los renovadores fuera de la primera vuelta porteña. Este baldazo de agua fría les cayó en medio de las negociaciones con José Manuel de la Sota para integrar una alianza común. En la práctica, ayer el gobernador cordobés, conocido por sus artimañas en el arte de negociar, consiguió una posición inmejorable para imponerle condiciones a Massa. Lo que no se sabe es cuáles serían estas condiciones.

Mayo, un mes decisivo

Ayer, entonces, el kirchnerismo salió herido y Macri no del todo satisfecho en su principal bastión. Un indicador de que el escenario electoral se presenta difícil para todos. Una interpretación es que, a medida que el FpV y el PRO aparezcan con cierta paridad nacional, iría en aumento la importancia de lo que vaya a ocurrir en Buenos Aires, que detenta el 38 por ciento del padrón nacional. Hasta ahora éste es el talón de Aquiles de Macri. En el hipotético caso de que Massa no consiguiera remontar su actual descenso, habría que ver si sectores del Frente Renovador no intentan aproximarse al PRO -o al FpV- aun sin la autorización de su jefe. También hay que especular con la alternativa opuesta: que la alianza Massa-De La Sota termine siendo un gran éxito, lo que no le restaría demasiados votos al PRO pero sí a Scioli.

Los próximos 30 días prometen ser decisivos para que se definan las principales tendencias y terminen de alinearse los actores.

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