Por Alexis Di Capo.-

La decisión ya estaría tomada: Sergio Massa comenzó su armado territorial para presentase como primer candidato a senador nacional por Buenos Aires, ofreciéndoles a los intendentes peronistas la garantía de participación en las listas de candidatos que el PRO no parece darles. La embestida, hoy imparable, del tigrense prácticamente obligaría a Mauricio Macri a aceptar que aquél se posicione como el principal candidato a presidente para el 2019, confirmando las versiones de que Macri sólo ambiciona cumplir un mandato presidencial. Por supuesto que ningún presidente que recién asume admitiría una cosa así. Pero lo cierto es que el oficialismo no parece contar con otra alternativa mejor, porque sólo renunciando María Eugenia Vidal a su actual cargo para ir por la senaduría podría frenar a Massa; pero entonces el gobierno provincial quedaría en manos de la UCR a través del vicegobernador Daniel Arroyo.

La “massadependencia” del gobierno por el apoyo legislativo que necesita parece así pagar un precio demasiado caro. En el entorno del tigrense se habla ya de una supuesta fórmula Massa-Rodríguez Larreta. En las filas del PRO todo se traduce en la palabra desconcierto.

Según algunos, el camino para estos planes está lleno de obstáculos y Macri tendría expectativas en que la interna del PJ termine devaluando la figura de su actual aliado.

Los otros

La realidad es que Massa tomó por sorpresa a la dirigencia del interior, que se enfrascó en un tema de difícil salida: convocar a elecciones internas para renovar autoridades del PJ nacional, y más aún, conseguir una lista de unidad. El gobierno duerme sin frazada, porque es obvio que el kirchnerismo saboteará la elección interna y que todo se encamina hacia una fractura y la intervención judicial de práctica. Por lo pronto, Juan Manuel Urtubey, José Luis Gioja y José Manuel de la Sota intentan un triunvirato para frenar al massismo.

Tienen tal vez la expectativa de que el PRO los apoye discretamente para crear una situación de paridad con el tigrense. Pero el problema es que el único del triunvirato que tiene chances reales, Urtubey, camina a un ritmo mucho más lento que su rival de Tigre. En el medio reaparece CFK y reclama el liderazgo opositor, acusando seguramente a Massa de traidor al peronismo. Urtubey, poco amigo del juego fuerte, está obligado a irrumpir contra los otros dos para captar al peronismo, que estuvo sometido por el kirchnerismo durante doce años. Si no lo hace, los enredos de la interna partidaria pueden llevarlo a la nada, mientras ella y Massa se reparten lo que queda del partido de masas. La incógnita está planteada y se relaciona con la otra: ¿qué quiere hacer en realidad Macri?

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