Por Guillermo Cherashny.-

La reunión de casi toda la oposición el miércoles pasado exigiendo la boleta electrónica para el 25 de octubre le dio un alto protagonismo a Sergio Massa, quien fue el más agresivo de todos los presentes, pero que corre el riesgo de desperfilarse y convertirse en la pata peronista del neogorilismo. En efecto, Massa no debería ser el «Chacho Álvarez» moderno, aunque fue Margarita Stolbizer quien aclaró que nadie bajaba su candidatura a presidente. Dentro del Frente Renovador, los intendentes de la primera sección están de acuerdo con hacer algún tipo de acuerdo con Mauricio Macri para retener sus intendencias, pero los equipos técnicos conducidos por Roberto Lavagna y Aldo Pignanelli, quien está ganando mucho espacio porque explica llanamente la suba del blue, no quieren saber nada de una eventual alianza con Mauricio Macri en un eventual ballotage.

La liga de gobernadores en ciernes

Es más, dentro del Frente Renovador apuestan a una convergencia entre Daniel Scioli y los gobernadores liderados por Juan Manuel Urtubey para enfrentarse con el cristinismo y La Cámpora. Y entre ellos está José Manuel de la Sota, que no fue a la reunión, aunque no vale la excusa de que perdió en las PASO, ya que es gobernador cordobés. Pero no quiere saber nada con sentarse a definir un país futuro con Macri. Además Carrió, quien viajó a los Estados Unidos y México, en cualquier momento sale de su letargo y lo acusa nuevamente a Massa de narco y kirchnerista. Lo mismo les pasa a muchos de los dirigentes del interior del país, que hicieron elecciones sorprendentes en Capital, Santa Fe, Mendoza y Santa Cruz, entre otras. Los continuos alegatos contra el peronismo como feudal fueron contestados rápidamente por Massa, quien acusó al radical Gerardo Zamora por las mismas prácticas. Es cierto que José Cano es un fiel aliado de Massa y que apoya a lo decidido en la Convención Nacional de Gualeguaychú, aunque no le gusta nada y prefiere a Massa antes que a Macri. De ahí que el líder del Frente Renovador lo apoyó sin reservas y exigió la boleta electrónica, pero el bullying encuestológico lo bastardeó en su intención de voto y esa situación le hizo perder poder de fiscalizar. Fue así que perdió votos en todo el país y en la provincia de Buenos Aires. Pero una cosa es el caso del 2013, cuando consolidó un frente con Macri incluido, pero muy distinto es ser furgón de cola del neogorilismo de Macri y Carrió, quienes lo destrataron a lo largo de este año.

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