Por Guillermo Cherashny.-

Si bien el presidente le mandó varios emisarios a Sergio Massa para reunirse el martes junto a los gobernadores y Miguel Pichetto para consensuar el presupuesto o bien hacerlo en forma pública por separado o bien en forma privada, el tigrense está convencido de que los acuerdos se hacen en el Congreso y más precisamente con Graciela Camaño, presidente del Bloque Renovador, con quien deberán hablar Monzó, Negri y Massot y donde la posición del Frente Renovador será muy similar a la de los gobernadores de la línea dura, como Carlos Verna y Manzur, quiens no creen en las promesas que les haga el presidente.

Massa es más concreto: directamente dice que macri es un mentiroso y así lo hizo con el electorado, con la oposición, con los empresarios y al propio Fondo Monetario Internacional, por lo cual no tiene sentido reunirse para que después no cumpla lo prometido.

Esta situación es una vuelta de tuerca cuando el presidente lo calificó a Massa de «Ventajita», dando a entender que era un oportunista. En cambio Massa dice él quiso cumplir lo que le prometió a su electorado, es decir, que eliminaría el impuesto a las ganancias a la cuarta categoría, no habría tarifazos y muchos menos blanqueo para los parientes de los funcionarios públicos -que Macri se lo pidió personalmente y Massa ocurrente le dijo: «decile que lo diga Lilita y yo no digo nada»-; y así fue que Carrió lo planteó y luego el presidente lo sancionó por DNU, con el resultado conocido, y ahí se produjo el primer desencuentro entre Macri y Massa y la ruptura fue a fines del 2016 por la baja del impuesto a las ganancias, cuando Massa le impuso una rebaja mayor a la que pensaba el presidente y ahí vino lo de «ventajita» y el distanciamiento que se agudizó con la reforma previsional y la ley que vinculaba el aumento de tarifas con el de salarios, de ahí que Sergio Massa crea que pese a la gravedad de la situación la palabra de Macri está devaluada y no le creerá nada de lo que diga, por lo cual reunirse no tiene sentido.

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