Por Sebastián Dumont.-

De manera muy similar a lo sucedido en 2015, cuando muchos pensaban que su caudal electoral se iba a diluir entre las PASO y las generales, Sergio Massa resiste al intento de polarización en el que se mueven cómodos el gobierno y el cristinismo. Hay muchas encuestas dando vueltas y en varias de ellas, el ex intendente de Tigre está segundo, aunque en trabajos más cercanos al gobierno lo ubican tercero. Pero en ninguno de los casos los números lo sacan de carrera. Para reforzar ese perfil, en el tramo de final de la campaña, Massa profundiza los dos ejes centrales que más preocupan: la economía con Roberto Lavagna y la inseguridad con el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani.

Desde la semana pasada, Roberto Lavagna ha recorrido varios programas de radio y televisión con Sergio Massa o sólo. Sin dudas la estrategia es mostrar que, ante los problemas que aquejan a la economía, Massa tiene a uno de los economistas más respetados de la argentina y sinónimo de haber manejado bien la peor crisis en la materia de nuestro país. Roberto Lavagna lidera los equipos técnicos del Frente Un País.

El otro costado es la inseguridad. No es nuevo en el esquema de Sergio Massa quien viene insistiendo con ello desde que fue intendente de Tigre donde se lo asoció a las cámaras de seguridad que luego se replicaron en todos los municipios del conurbano. Pero para dar una muestra más de ello, ahora suma a la campaña al ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, quien tiene la medalla de haber logrado la “tolerancia cero” en la gran Manzana, haciendo reducido notoriamente los índices del delito allí.

La relación con Giuliani no es nueva. Ya en el mes de enero, cuando asumió Donald Trump, Massa estuvo en Washington junto con el senador Jorge D’Onofrio quien además trajo al equipo del ex alcalde hace unos meses a recorrer distintos municipios del conurbano, entre ellos Pilar donde buscará ser intendente en 2019.

Además de todo ello, en las PASO comienza a surgir la duda del nivel de participación de habrá, más allá de ser obligatoria. El hecho de no definirse ninguna candidatura nacional ese día, se pierde el entusiasmo de concurrir. La pregunta es de quién es ese voto que ahora no podría ir a votar y luego sí lo haría en octubre. Por esa razón, el gobierno busca adelantar la idea del voto útil ahora en las primarias, ante los pronósticos de un posible triunfo de Cristina Kirchner.

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