Por Sebastián Dumont.-

Interesante contraste. Sectores del peronismo tratan de lanzar una renovación partidaria después de haber sido parte del Frente para la Victoria hasta el 10 de diciembre. Algunos ganaron por primera vez pero eso no los exime de las responsabilidades del pasado donde fueron parte importante. Por otro lado, Sergio Massa, José Manuel De La Sota, considerados peronistas mostraron una foto muy fuerte. Reunieron a Margarita Stolbizer y Roberto Lavagna como activos más que interesantes. Aunque se insista en hablar con Massa, el camino del tigrense, en esta etapa pasa claramente por otro lado.

Massa ausculta la posibilidad de no ser candidato el año que viene. Tiene con que jugar después del congreso de UNA en Parque Norte. La foto en el escenario de Margarita Stolbizer y Lavagna juntos, permite especular. Podría ser una fórmula interesante para el año que viene. Además de ser una victoria política sobre el oficialismo que buscaba de manera denodada seducir a Margarita.

El peronismo tiene muchos más problemas. Las divisiones internas están a la vista y han quedado expuestas en la convocatoria a la casa del Chaco donde los intendentes del grupo “Esmeralda” fueron junto con un grupo de gobernadores a plantear la renovación. El tema es que los títulos son muy lindos, pero desde el punto de vista electoral, no todo es tan simple. Muchos de ellos que estaban sentados allí, ganaron sus territorios como consecuencia de ir en boletas que de arriba hacia abajo los empujaron bajo el paraguas de candidatos que medían. ¿Quién puede encabezar ese nuevo liderazgo? Por ahora es demasiado difuso. Sobre todo si se evalúa en términos electorales.

Más allá de los discursos de rigor, la experiencia de la construcción del Frente Renovador en 2013 basada en intendentes, terminó mostrando un año después las consecuencias de ese armado. Las jefaturas entre pares son muy difíciles de implementar. Y tarde o temprano aparecen las diferencias internas.

La pregunta es por qué, ya hubo deserciones de intendentes en la reunión de la Casa del Chaco, siendo que hasta hace poco se mostraban como un grupo unido. Los recelos entre ellos existen, más allá de evitar hacerlos públicos por ahora. En la política de las señales, una presencia como una ausencia cobran significado.

¿Hasta dónde está la mano del gobierno nacional y sus operadores políticos detrás de todo ello? Las múltiples divisiones son favorables a su estrategia que, muchas veces, pareciera que se la lleva por delante. Aunque hay planes de partir aún más el espectro del peronismo. En el laboratorio PRO ya no imaginan al peronismo dividido en tres, sino hasta en cinco posibilidades para el año que viene. Hay una lógica ineludible para hacer política. Y es quien la financia.

En este esquema, Massa espera. No tiene ninguna razón para sumarse a un espacio del que se alejó cuando enfrentó al cristianismo en 2013. Sabe que, las elecciones del año próximo serán las grandes ordenadoras. El peronista mejor ubicado, aún saliendo segundo, será la referencia lógica hacia el 2019 y la famosa renovación. Entonces para qué hacer algo ahora que luego vendría sola después. Y esa es la razón por la cual muchos se resisten ahora a sumarse al massismo. Quieren medirse en la cancha para después negociar. La jugada es arriesgada. Mientras tanto, el gobierno gana tiempo.

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