Por Guillermo Cherashny.-

Luego de su triunfo en las elecciones legislativas del 2013, Sergio Massa consiguió durante un tiempo retener la centralidad de la agenda política. Lo hizo, por ejemplo, oponiéndose a la reforma del Código Penal avalada por la UCR y el PRO. Luego intentó mantenerse en primera línea lanzando permanentemente iniciativas pero algunas fueron deslucidas o directamente inoportunas. Por ejemplo, cuando reclamó que no hubiera más reelecciones indefinidas de los intendentes, una temática más propia del progresismo y que, evidentemente, no estaba entre las prioridades de la gente. Este desacierto, que lo descolocó, no vino solo. Luego destrató a muchos dirigentes del interior del país y de municipios del Gran Buenos Aires. Mientras, su perfil opositor perdió consistencia al no atacar al cristinismo y dedicarse a criticar sólo a Daniel Scioli, como si su prioridad fuera la política bonaerense. El caso es que éstos y otros indicadores fueron interpretados negativamente por buena parte del electorado que lo votó en el 2013 y mucha gente empezó a verlo como una variante del abanico kirchnerista. Después, Elisa Carrió aportó lo suyo y lo acusó falsamente de estar ligado al narcotráfico. Pero el tigrense cometió el error de no ponerse a disposición de la justicia para que lo investigaran y encima querelló a Carrió por calumnias, diciendo que había que hacerle un examen psiquiátrico, cometiendo así un grave error. El verdadero motivo de la animadversión de Carrió es que sus pollos Adrián Pérez y Walter Martello, espadas de la Coalición Cívica en Buenos Aires, se pasaron al Frente Renovador y Carrió se quedó con un solo operador en el conurbano, Héctor “Toty” Flores, ex piquetero de La Matanza considerado decente pero sin un voto e impresentable en los medios de comunicación.

En busca del tiempo perdido

Sería largo enumerar entonces los errores cometidos por un político de 42 años que ganó cómodamente el distrito más grande del país con el apoyo de Mauricio Macri, que le aportó cerca del 12% y le aseguró la victoria sobre el aparato cristinista.

Mientras Massa descuidaba las acusaciones de Carrió, Macri hábilmente aceptó el convite de la líder de UNEN para darse una baño de transparencia y contrarrestar las posibles acusaciones por los negocios con el Estado nacional de su alter ego Nicolás Caputo y las andanzas del recaudador del macrismo, el Ministro de Ambiente y Espacio Público, Edgardo Cenzon. El PRO se maneja con una mesa ratona de negocios donde se destacan Macri, Caputo y Cenzon. De este cenáculo saldrían, por ejemplo, las directivas políticas que ejecuta el Secretario General Marcos Peña. En este aspecto hay similitudes entre el macrismo y el kirchnerismo, que tiene también una mesa de negocios dominada por Carlos Zannini y Julio de Vido y desde allí se controla al aparato político que integran en su vértice el mismo Zannini y Máximo Kirchner. Sin embargo Massa, conocedor de los vericuetos de la corrupción oficial, hasta ahora no dijo nada y centraba sus críticas en Scioli, que se negó a acompañarlo en la cruzada de las PASO del 2013. Anteayer, en el acto de Vélez, volvió a cargar contra él con bastante arbitrariedad, personalizando el ataque, lo que no parece acertado, sobre todo por la gran habilidad que tiene el gobernador para victimizarse. La novedad en el discurso de Vélez fue que Massa dijo explícitamente que quiere ver presos a los cristinistas corruptos, que va a echar a los ñoquis de La Cámpora. Ayer por la mañana, en diálogo con el colega Marcelo Cantón, dijo que cuando sea presidente espera que los funcionarios nombrados por el Senado de la Nación tengan la dignidad de presentar su renuncia pero en privado diría que, si no lo hacen, “que se atengan a las consecuencias”. Es decir que pensaría hacer la “gran Kirchner”: denunciarlos y exigirles la renuncia por televisión con pruebas sobre su corrupción.

Otro punto fuerte que agregó con Alejandro Fantino y Cantón es que piensa, al asumir, proponer que los delitos de corrupción tengan pena mínima de cinco años, o sea, a cumplir. Como la ley penal no se aplica retroactivamente, sí alcanzaría esta reforma a los futuros funcionarios massistas. Pero sabe que Macri nunca aceptaría esta propuesta porque expondría a buena parte de sus funcionarios, que en este tema están flojos de papeles.

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