Por Carlos Tórtora.-

La presencia de Cristina Kirchner como factor ordenador les permite a todas las tribus kirchneristas evitar la dispersión que sí se siente en la otra vereda del peronismo. Es que a medida que avanza el calendario la ausencia de un presidenciable que funcione como tal se hace sentir en las fijas del peronismo racional. Y también provoca imprevistos roces. Desde varias semanas atrás un ex candidato a presidente y aliado de Eduardo Duhalde, Roberto Lavagna, empezó a trabajar su perfil de “salvador” del peronismo no K. Lavagna volvió a transitar por las oficinas de Techint, el grupo al que está ligado, y dejó trascender que sólo él está por encima de las rencillas que separan a Juan Manuel Urtubey, Massa y Miguel Ángel Pichetto. La ofensiva del economista en el círculo rojo fue interpretada por Massa como un desafío a su carrera presidencial. La respuesta fue la tapa de la última Noticias, donde el tigrense aparece como el gran estratega de la oposición, en una evidente maniobra para tapar el despliegue lavagnista. Como es de suponer, Massa le adjudicaría a Duhalde ser el autor intelectual de la proyección de Lavagna, quien estaría a punto de fotografiarse con Francisco en una audiencia privada.

Nadie quiere primaria

Así las cosas, la resistencia de los presidenciables a tomar los riesgos de participar de una primaria es importante.

Urtubey desconfiaría de la posibilidad de que Cristina termine desafiándolo como candidata en una primaria dentro o fuera del PJ y Massa, por su parte, no querría arriesgar su capital político en una interna con Urtubey.

Por ahora es evidente que todos ellos piensan más en términos de su propio partido que de una primaria común. Es el caso de Alberto Rodríguez Saá, cuyo partido Es Posible ya trabaja en sociedad con el Partido de la Victoria que gerencia la ex diputada Diana Conti.

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