Por Carlos Tórtora.-

Hubo dos movimientos políticos audaces en lo que va del año político. Primero fue la decisión de Cristina Kirchner de ungirlo candidato a presidente a Alberto Fernández y ahora el acuerdo de Sergio Massa con el kirchnerismo. Pero este último está lleno de crujidos. Se habla de la primera disidencia seria entre los Fernández, ya que ella sólo aceptaría que el tigrense dispute una primaria por la gobernación bonaerense con Axel Kicillof, mientras que Alberto F estaría dispuesto a competir por la presidencia. Los tironeos se hacen sentir en las negociaciones, como se advierte en el esfuerzo de Massa para que el kirchnerismo acepte a Malena Galmarini como candidata a intendente de Tigre. Poco acostumbrados a abrir sus filas para que entre un aliado, los dirigentes de La Cámpora no están dispuestos a ceder diputaciones ni senadurías provinciales a los renovadores. Sobre el propio rol de Massa, ayer estaba todavía abierto el abanico. Una primaria con Alberto F conformaría a aquél. Pero si no se la dan, ¿aceptaría ser candidato a primer diputado? Parece poco para un dirigente con tanto espacio mediático pero no hay que descartarlo.

La probable fractura

Lo cierto es que en estos días de negociaciones secretas Massa sufre su cuota de desgaste. Luego de un largo reportaje con Jorge Fontevecchia, la primera espada del massismo, Graciela Camaño, anunció su retirada del Frente Renovador si Massa consumaba su alianza con los K. Las dudas sobre el futuro de este acuerdo son muchas y justificadas. Por ejemplo, los renovadores podrían ser absorbidos por un aparato kirchnerista que los supera en su volumen. También podría ocurrir que detrás de Camaño marchen unos cuantos y que se evidencie una fractura. Lo cierto es que el kirchnerismo no tiene cultura de alianzas sino de captación. Cuando en el 2007 los k abrieron el juego para que ingresaran, por ejemplo, figuras radicales como Julio Cobos, al poco tiempo lo tacharon de traidor, mientras que a otros, como el gobernador de Santiago del Estero Gerardo Zamora, lo convirtieron en un gobernador K. El massismo no deja de ser por su parte una rama más del peronismo que podría ser absorbida -tal vez fácilmente- por un kirchnerismo que por ahora lucirá un estilo republicano.

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