Por Carlos Tórtora.-

Los intendentes K quieren tener la última palabra

El revuelto peronismo bonaerense se activó en los últimos días, tal vez impulsado por el activismo papal en contra del macrismo y el alza del costo de vida, que tiende a mermarle el capital electoral al PRO, aunque todavía falta mucho para votar. En un escenario donde el gobierno de María Eugenia Vidal descansa en el carisma de ésta, cuya gestión hasta ahora no sobresale, la masa de los 55 intendentes peronistas empieza a reunirse como un foro y a tomar conciencia de que, en última instancia, los votos los tienen ellos, que son los que pueden asegurarle la senaduría nacional a Sergio Massa, a CFK o, lo que es menos probable, a Florencio Randazzo. Llevan la batuta de los alcaldes K Leo Nardini (Malvinas), Walter Festa (Moreno) y Mariano Cascallares (Almirante Brown). Los intendentes coquetean con el núcleo duro del cristinismo por las dudas que Sergio Massa, al que consideran el mejor candidato a senador, termine dando un paso al costado.

La clave de este juego es, como suele pasar, la relación con el poder. Massa sabe que Mauricio Macri quiere impedir que sea senador nacional el año que viene porque, además, podría ganarle la elección al PRO y producir una catástrofe. El tigrense está dispuesto a criticar más a Macri y a llevar como candidata a primera diputada nacional a Margarita Stolbizer, que tendría a su cargo polemizar con Carrió, si ésta es candidata, replicando las acusaciones de supuesta complicidad con el narcotráfico de aquél. Pero resulta que Massa y Vidal tienen un problema en común. Hoy la gobernabilidad de la provincia depende del apoyo que los renovadores le dan al PRO en la Legislatura, donde el kirchnerismo está en plena crisis y con sus bloques fracturados. A su vez, las finanzas del líder renovador dependen en buena medida de la gran cantidad de cargos que le concedió Vidal. Es decir que ambos necesitan seguir juntos, aun cuando Macri ordene disparar sobre Massa.

Esta contradicción marca el horizonte electoral bonaerense porque, a su vez, Macri sabe que, si el massismo dejara de apoyar a Vidal, las turbulencias en la provincia se multiplicarían.

Todos muy incómodos

Así es que entonces el líder bonaerense hoy por hoy se dedica a ganar tiempo y reorganizar sus filas recordándoles a los administradores de los votos, los intendentes, que él tiene más que Cristina. Claro está que la vocación incendiaria de Carrió, que acaba de disparar contra Daniel Scioli en la justicia con munición gruesa, es otro factor a tener en cuenta. La diputada alaba a Vidal pero apunta a destruir su vínculo con Massa para poder armar con más tranquilidad su sueño dorado: un frente que derrote en forma aplastante al peronismo.

En este punto es donde entra el tercero en discordia entre Massa y Cristina, que es Florencio Randazzo, hoy en pleno coqueteo con Horacio Rodríguez Larreta y la plana mayor del PRO. Presentándose para senador con un guiño -y algo más- que le aporte la Casa Rosada, el ex Ministro del Interior probablemente no alcance la banca, pero sí serviría para debilitar tanto a CFK como a Massa.

Randazzo no descansa y uno de sus vínculos más fuertes últimamente es el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, que por algo acaba de inaugurar unas vistosas oficinas en el microcentro porteño.

Otro actor importante aunque muy debilitado es Daniel Scioli, que le propone a Randazzo que sea candidato a primer senador para que él a su vez se asegure encabezando la lista para diputados nacionales. Scioli sabe que con Massa no habrá arreglo y que CFK sólo lo aceptará si realmente lo necesita. Aparte, el Scioli de hoy no es el de antes: ahora enfrenta varias denuncias judiciales por corrupción y puede tener problemas cada vez más serios.

Que la situación no es fácil para nadie lo demuestra el hecho de que Carrió se esté convirtiendo en la abanderada del relato ortodoxo del PRO, que incluye el rechazo visceral al peronismo. Para el núcleo que va rodeando a Vidal, ahora con Daniel Angelici y Gustavo Ferrari como motores del cambio, negociar con las distintas facciones peronistas es el pan de cada día y están a años luz del discurso de contrastes que es el fuerte de Carrió, en esto muy parecida a la retórica de CFK, donde sólo caben amigos y enemigos. En el medio no hay otra categoría. Y para los que tienen que gobernar la tercera categoría, la de los aliados transitorios, suele ser más importante que los amigos y los enemigos.

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