Por Guillermo Cherashny.-

La semana pasada dijimos que varios intendentes del conurbano que niegan pertenecer al cristinismo y le piden ayuda económica a la gobernadora Vidal, entre los cuales se destacan Gustavo Menéndez de Merlo, Leo Nardini de Malvinas Argentinas y Ariel Sujarchuk, que pertenecen al grupo de los ocho intendentes que forzaron a los diputados provinciales del FpV a aprobar el presupuesto y el endeudamiento provincial, y varios como Insaurralde de Lomas, Zavaleta de Hurlingham, Cascallares de Almirante Brown, Gray de Esteban Echeverría, no fueron al acto del 24 de marzo ni piensan ir el miércoles 13 a Comodoro Py, en tanto los tres citados de Merlo, Malvinas y Escobar contrataron 100 micros y la gente la ponen los cristinistas de la primera sección electoral, donde ellos tienen sus municipios y donde los K perdieron varios, en tanto Espinoza de La Matanza y Mussi de Berazategui no ocultan su obediencia al Calafate y es coherente que apoyen la movilización para apoyar a quien reconocen como líder. Pero estar mendigando fondos a la gobernadora para hacer obras en sus municipios y gastarse los fondos de la coparticipación en fletar micros para todos los actos que organiza el cristinismo es una verdadera incoherencia y -¿por qué no?- una defraudación de los bienes municipales ante una población que reclama bolsos de comida por la pesada herencia que dejó la gestión de CFK. Es una actitud que la gobernadora Vidal tiene la obligación de controlar.

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