Por Carlos Tórtora.-

La semana que empieza tiene una tendencia: el Congreso está votando sistemáticamente contra el Poder Ejecutivo. Esto está claro en el caso del DNU de la SIDE y del presupuesto universitario, pero también en la Boleta Única, proyecto de cuyo apoyo acaban de restarse la mayoría de los senadores que exigen que Javier Milei les asegure las transferencias a las cajas previsionales. A todo esto se le suma que el pliego de Ariel Lijo en el Senado quedó prácticamente congelado.

Y no hay además que olvidar que en Diputados avanzan las conversaciones para que la oposición reúna los dos tercios de votos para ratificar la ley de movilidad jubilatoria, vetada por Milei.

Todo esto es la lucha previa de la batalla por el presupuesto que se iniciará el próximo 16.

Hoy por hoy y a la luz de lo ocurrido en los últimos 9 meses, las expectativas de negociar acuerdos con el gobierno son casi inexistentes tanto para los gobernadores como para los legisladores de la oposición.

La experiencia acumulada por unos y otros es que Milei, cuando está en apuros, lo hace comprometer a Guillermo Francos en concesiones económicas que, una vez logrados los objetivos oficiales, no se cumplen en lo más mínimo. Esto hace que ahora negociar sea mucho más difícil y a veces impensable.

Milei, con su código de la antipolítica, ha malversado un factor fundamental para negociar acuerdos: la buena fe.

La Libertad no avanza

Ante la evidencia de que le resulta ya imposible construir mayorías legislativas, el presidente se traga el sapo y vuelve sobre sus pasos para tantear una reformulación de su acuerdo con el Pro. Pero son los macristas los que suman objeciones a este proyecto.

La mesa chica del Pro, con Cristian Ritondo a la cabeza, plantea que el bloque de La Libertad Avanza en Diputados es una especie de conventillo en el cual Marcela Pagano, Lilia Lemoine, Lourdes Arrieta y otros se insultan a diario haciendo impracticable la construcción de consensos.

A esta altura da la impresión de que Milei, de escasa muñeca política, no sabe cómo ordenar su frente interno y que su hermana genera más enfrentamientos de los que soluciona.

Parecería que, agotado Francos y con serios problemas de salud, el oficialismo necesita urgente un operador político de primer nivel.

Pero no lo tiene.

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