Por Carlos Tórtora.-

La decisión de Javier Milei de competir por la presidencia en el 2023, sumado a las encuestas que lo ubican en un cómodo tercer puesto, están revolucionando los cálculos electorales para el año que viene. Suponiendo que Milei capte sobre todo votantes de Junto por el Cambio, esta caída de votos de la alianza opositora podría significarle perder la elección nacional. Entra aquí a jugar el artículo 98 de la Constitución Nacional, que dice: “Artículo 98.- Cuando la fórmula que resultare más votada en la primera vuelta hubiere obtenido el cuarenta por ciento por lo menos de los votos afirmativos válidamente emitidos y, además, existiere una diferencia mayor de diez puntos porcentuales respecto del total de los votos afirmativos válidamente emitidos sobre la fórmula que le sigue en número de votos, sus integrantes serán proclamados como Presidente y vicepresidente de la Nación”. No es impensable, en efecto, que existiendo una tercera fuerza que alcance el 20% de los votos, esto le haga quedar a Juntos por el Cambio al filo del 30%. Con respecto al Frente de Todos, el piso histórico del peronismo es el 42%.

Milei representa, entonces, una amenaza concreta para una oposición que hoy ve muy cerca el triunfo. Tal vez éstas y otras elucubraciones habrían hecho tal vez que Patricia Bullrich insista en tejer una alianza con Avanza Libertad, lo que resulta inconcebible para la UCR y la Coalición Cívica. Para Milei, salir tercero en una presidencial, cuando un año atrás era un advenedizo político, sería un resultado extraordinario. Además, si Juntos por el Cambio pierde el año que viene, la conmoción sería tan grande que podría fragmentarse, abriéndole paso al economista liberal.

El salvavidas

Mientras tanto, en el gobierno, pese a que todos están demasiado concentrados en pelearse entre sí, hay quienes ven que la curva ascendente de Milei puede ser la tabla de salvación para que el Frente de Todos no tenga que presentarse a un ballotage que, hoy por hoy, perdería hasta fácilmente. Hundida su imagen, Alberto Fernández todavía sueña con la alquimia que lo haga ser candidato nuevamente, pero su incapacidad de sacarse de encima a su vicepresidenta lo deteriora cada vez más. Una polarización con Milei no le vendría mal al gobierno, que va a agitar probablemente el fenómeno del bolsonarismo. Y ni que hablar si Jair Bolsonaro le gana a Lula las presidenciales. El clima sería entonces perfecto para el crecimiento de los libertarios.

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