Por Carlos Tórtora.-

La decisión de Javier Milei de no apoyar los armados distritales de su estructura para concentrarse en la competencia por la presidencia tiene múltiples aristas. La primera es que se trata de una decisión relativa. Hay un puñado de distritos donde hay candidatos que cuentan con la amistad personal de Milei y su apoyo a estas candidaturas es irrevocable. Son los casos de Tucumán con Ricardo Bussi ,Tierra del Fuego con Agustín Coto y La Rioja con Martín Menem. Fuera de este puñado de provincias, en el resto el líder libertario parece inclinado a levantar el caballo con la excepción de Buenos Aires, donde se juega la elección nacional. El caso es que Milei quedó furioso con el 9% obtenido por la Libertad Avanza en la reciente elección provincial en Neuquén y evaluó que una secuencia de malos resultados provinciales podría disminuir sus chances como aspirante a la presidencia. La incongruencia entre un candidato de más de 20 puntos y armados provinciales de menos de dos dígitos quedó así a la vista.

Ahora cabe hacer otra evaluación: la de los costos de la decisión tomada. Los optimistas sostienen en el entorno de Milei que, aunque éste se ausente de la interna en muchas provincias, el imán de su figura haría que los votos se sigan sumando para agosto y octubre.

Para los pesimistas, en cambio, el debilitamiento de las estructuras locales le restaría fuerza a la movilización del voto y al armado de fiscalización para las PASO.

Adelante radicales

Pero el nuevo esquema tendría también sus ganadores. Es el caso de JxC, que en algunas elecciones provinciales podría ahora sumar al menos parte de los votos de la Libertad Avanza. Esta situación favorecería sobre todo a varios caudillos de la UCR y un ejemplo sería Córdoba.

Pero sólo se trataría de un fenómeno circunstancial, porque en las PASO estos votos podrían confluir nuevamente hacia Milei, por lo menos en tanto su figura esté en ascenso.

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