Por Carlos Tórtora.-

Pocos días atrás trascendió que Javier Milei pensaría seriamente en Mauricio Macri como candidato a senador por la Capital el año que viene.

Obviamente, esto implicaría una alianza entre el PRO y la Libertad Avanza que presupondría superar al menos en parte las actuales rispideces. En las inmediaciones de Karina Milei se califica la versión del acuerdo con Macri como absurda y se comenta que, si éste fuera senador, se institucionalizaría su conspiración con Victoria Villarruel y el presidente resultaría debilitado.

Para Karina, el PRO no es un aliado confiable y de ningún modo hay que permitir su crecimiento. Prevalece en el entorno presidencial la simpatía por la tesis de Patricia Bullrich: que los amarillos irán siendo absorbidos por LLA quedando el año que viene muy pocos en condiciones de resistirse. Frente a esto, el expresidente sostiene que las crecientes dificultades del gobierno para pilotear la economía harán que cada vez haya más sectores críticos reclamando correcciones. O sea, seguidores del PRO.

Un juego para varios meses

Mientras la evolución de la economía sigue dudosa, parece evidente que Milei está optando por una estrategia dual hacia el macrismo. Por un lado, rechaza las críticas y las presiones del PRO, pero por el otro mantiene abiertos los canales de diálogo y alienta expectativas.

El hecho de que Milei procure evitar que el PRO se aleje del gobierno indicaría que éste advierte claramente la debilidad política del gobierno y el peligro de aislamiento que se cierne.

Dadas las características políticas del juego dual de Milei y Macri, el mismo se prolongaría largamente hasta que, recién a mediados del año que viene, se definiría la alianza. Mientras tanto, ambos seguirían adelante con sus estrategias duales.

El líder libertario sueña con acordar electoralmente con varios gobernadores de JxC y del peronismo, pero se trata de operaciones políticas complicadas y dudosas.

Hoy por hoy, los radares de la Casa Rosada están puestos en dirección a los eventuales efectos políticos del escándalo de Alberto Fernández. El gobierno quiere saber, por ejemplo, si Axel Kicillof profundizará ahora su despegue del cristinismo y si estamos frente a una división más profunda, donde, a río revuelto, podrían pescar los libertarios.

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