Por Guillermo Cherashny.-

Es muy sospechoso que luego de una semana de primeras sospechas de corrupción en el gobierno de Cambiemos -como los casos de Triaca, Luis Caputo y Díaz Gilligan- aparezca Patricia Bullrich con el descubrimiento de un cargamento de 400 kilos de cocaína en la embajada rusa que sería enviado a ese país por un diplomático de ese país y un oficial de la Metropolitana. Más sospechoso aún que la operación mediática de «la piba» se haga el mismo día que el PRO, con el consenso de Carrió, exculpara al juez Rafecas de su juicio político con una leve sanción en retribución a que el magistrado sobreseyó a la familia Macri por la venta de Autopista del Sol y a la propia Carrió ante denuncias de enriquecimiento ilícito.

Después que los intelectuales de Cambiemos promovieran un pedido de juicio político a Rafecas -entre ellos Elisa Carrió-, súbitamente los representantes del PRO en el Consejo de la Magistratura dejaron solo a Ángel Rozas, el senador radical que impulsaba el juicio contra el magistrado.

Los medios de comunicación adictos apenas tomaron nota de esa claudicación ética y moral y el gobierno no sólo eligió el día para descubrir una operación internacional exitosa contra el narcotráfico siguió con una decisión del presidente de habilitar la discusión del aborto que fue muy bien recibida por todos los sectores menos la Iglesia. Pero para atenuar la bronca del Vaticano poco después se anunció que el bloque de Diputados de Cambiemos no dará quórum para debatir el aborto.

Entonces surge el interrogante de cómo se habilitará el debate si no se da el quórum para hacerlo, lo que demuestra que es otra cortina de humo para tapar la suba de los precios y la exculpación del juez Rafecas.

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