Por Guillermo Cherashny.-

Tibias negociaciones se están produciendo en el macrismo y el massismo para alcanzar una fórmula común para la gobernación de Buenos Aires. Esta posibilidad gira alrededor de que Francisco de Narváez sea el candidato a gobernador, acompañado por María Eugenia Vidal o Fernando Niembro, lo que implicaría desde ya un acuerdo provincial entre el PRO y el Frente Renovador, que sea avalado por la Unión Cívica Radical y también por el delasotismo, aliado de Massa. Estas difíciles negociaciones están dirigidas a evitar la posibilidad cierta de que Aníbal Fernández se convierta en gobernador en octubre de este año.

El lunes, en el programa de Marcelo Tinelli, se presentaron los tres candidatos presidenciales principales, o sea Scioli, Macri y Massa, y el acontecimiento fue dinamitado ayer por la mañana por Elisa Carrió, que habló de una nueva Sodoma y Gomorra y de un futuro apocalíptico.

Una salida de emergencia

Carrió criticó duramente a los tres candidatos por su participación en el programa junto a sus esposas, a las que calificó también severamente. Pero ahí estaba su aliado Macri con su esposa Juliana Awada, su bella mujer, que se sintió muy cómoda con la situación, causando una impresión favorable entre el público. Si Carrió -antes de que Macri llegue a la presidencia y cuando aún le esperan duras batallas electorales- le dispara este formidable cañonazo, ¿qué se puede esperar si aquél ocupa el sillón de la Rivadavia? O sea, el jefe de un gobierno minoritario atacado por una de sus principales aliadas. De ahí que aparecieran las conversaciones para una fórmula común para la gobernación de Buenos Aires entre el Frente Renovador y el PRO. De llegarse a este acuerdo, todos los candidatos a cargos provinciales llevarían las boletas a presidente de Massa y de Macri, a la que se sumaría la de Ernesto Sanz, descartándose que la Coalición Cívica pondrá el grito en el cielo. La realidad es que las condiciones objetivas indican que si no se suman los tres principales partidos opositores, aumentan considerablemente las chances de que Aníbal Fernández sea gobernador de Buenos Aires y Scioli presidente de la Nación. La exigencia de CFK de que los numerosos precandidatos presidenciales se den un baño de humildad ya tuvo sus primeros efectos: Sergio Urribarri bajó su candidatura a presidente y Diego Bossio la suya a gobernador y se espera que sigan las firmas de los abandonos, allanándose así el espacio para que Aníbal Fernández se quede con la candidatura a gobernador. En el PRO la expectativa gira en torno a que Massa se derrumbe del todo y abandone la carrera presidencial. De ser así, el 60% de sus votos irían a parar a Scioli. Así es que el 22% de los votantes que aproximadamente Massa conservaría en el país se podrán sumar a la oposición sólo si éste permanece en carrera. Hoy por hoy, en un escenario cambiante, la solución no pasaría por una interna amplia sino por una coalición bonaerense con tres listas a presidente conformada por anticipado, como lo establece la ley de primarias de Buenos Aires.

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