Por Guillermo Cherashny.-

Ya no hay dudas de que la entrevista que el presidente y la primera dama le dieron a Mirtha Legrand fue un daño por ahora irreperable a la imagen presidencial, que se agrandó después con la desafortunada frase: «caer en la escuela publica», que días después dijo Macri en un discurso. Tal fue el enojo en la Casa Rosada que el presidente lo instruyó a Marcos Peña para que presionara a «Clarín» para que algún editor importante atacara a la señora Legrand. Y fue Ricardo Roa el encargado de tal tarea, calificándola como representante de los supuestos «desilusionados». Dos días después, el propio Durán Barba la calificó como maleducada y «piquetera». Un diplomático, refiriéndose a ese reportaje, señaló: «Macri necesitaría tener un hermano inteligente que arreglara sus desvíos verbales, como tenía John F. Kennedy con su hermano Robert, el procurador general». Hay que hacer una pequeña diferencia ya que John Kennedy era un político de raza a veces imprudente y su hermano Robert era la cabeza pensante. Pero nuestro presidente fue un empresario puesto por su padre, presidente de un club de fútbol, el más popular del país, pero, pese a sus ocho años como jefe de gobierno de CABA, es un político improvisado que se basa en el marketing y el budismo zen. Recibe mucho asesoramiento en comunicación pero en este caso subestimó a la conductora y encima Juliana Awada, que se metió mucho en la conversación, demostró que sólo puede hablar de moda y de política toca de oído.

La parte más comentada fue cuando el presidente no supo el haber mínimo de un jubilado; pero la parte menos comentada fue cuando el matrimonio presidencial hizo entrar a la hija Antonia, de 5 años, y comentaron que duerme en la cama con ellos y hace el trencito, una verdadero disparate.

Ahora que el presidente viajó con su esposa y su hijita a Holanda por varios días, el equipo de marketing y comunicación está estudiando cómo reparar daños y no prestarse a más reportajes de ese tipo.

La crítica más generalizada a la diva es que no preguntó sino que afirmó que había pobreza, muchos quejosos y que vivían fuera de la realidad.

En verdad, los reportajes hechos anteriormente por periodistas profesionales fueron una vergüenza, ya que fueron complacientes y a cada pregunta el presidente respondía con un cassette, cosa que no permitió Mirtha, que dejó en ridículo a los anteriores entrevistadores, que también se sumaron a las críticas contra la Legrand por celos profesionales.

A la vuelta del viaje a Holanda seguramente el gran equipo de marketing y comunicación que tuvo un presidente argentino se pondrá en campaña en buscarle alguien parecido a Robert Kennedy para que arregle los desaciertos verbales del presidente.

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