Por Carlos Tórtora.-

Mauricio Macri está irritado y a la defensiva. El rol destacadísimo que Javier Milei le asignó a Patricia Bullrich en su discurso de Parque Lezama y el papel central de Karina Milei en el armado político del gobierno son dos temas que él no puede digerir.

En las últimas horas se sucedieron los chispazos. Macri salió a replicarle a Bullrich, que había señalado una entente del PRO y del kirchnerismo para incluir en la reforma del Código Urbanístico porteño un artículo que favorecería a los encargados de edificios.

Simultáneamente, el expresidente arremetió contra los diputados nacionales de La Libertad Avanza impulsando un proyecto de ley para reducir el poder de los sindicatos. Los hombres del PRO criticaron que los libertarios protegerían a la casta sindical.

En el interminable sube y baja de la relación Macri-Milei, ésta parece ser una etapa particularmente delicada.

En el anuncio de su plan electoral para el 2025, el presidente apenas hizo referencia al PRO, dando la impresión de que lo quiere como furgón de cola de LLA.

Para más datos, Macri criticó a Milei por sus cuestionamientos en el discurso ante la Asamblea de la ONU a esta organización, al Pacto de Futuro y a la agenda 2030.

Un triunfo pero no para compartir

En el macrismo comentan que este Milei, ahora corrido por las encuestas, ya no estaría en las mismas condiciones que antes para menospreciar a Macri.

Sin embargo, el presidente hace del redoblar la apuesta una de sus reglas favoritas.

La probable entronización de Karina como primera candidata a diputada nacional por Buenos Aires apunta a que polarice con Cristina Kirchner y lo dejaría a Diego Santilli en un papel secundario. Para Capital, la mejor carta que tiene el gobierno es Macri para senador pero con un primer candidato a diputado nacional que sea libertario. Milei no sólo necesita ganar en estos dos distritos, sino que la victoria sea sólo propiedad de él y de su hermana.

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