Por Carlos Tórtora.-

En los planes cristinistas para el retorno al poder, el Senado de la Nación es el enclave político central. En primer lugar, porque allí el kirchnerismo conservaría el control de la mayor parte de la bancada del Frente para la Victoria y, además, porque Carlos Zannini presidirá la institución si el oficialismo gana las elecciones. Hoy por hoy, al menos en los cálculos, éste sería el marco elegido para la reaparición de CFK en la función pública. En otras palabras, que ella podría presentarse como primera candidata a senadora por Buenos Aires, donde les vencen los mandatos a Juan Manuel Abal Medina y María Laura Leguizamón. Obviamente, Cristina se haría cargo de la presidencia del bloque del FpV y, junto con Zannini, conduciría el Senado.

Plan Bachelet

Este proyecto sería válido para ambas opciones electorales. Es decir, sea el ganador Mauricio Macri o Daniel Scioli. En este ultimo caso, el cristinismo, en sus análisis políticos, da por descontado que el ex motonauta, si sobrevive al ajuste que le tocará realizar, lo más probable es que llegue a las elecciones legislativas del 2017 con una economía todavía complicada y con una gran efervescencia social producida por los inevitables recortes al gasto público. En otras palabras, que un Scioli golpeado y con Aníbal Fernández gobernando Buenos Aires tendría serios problemas para evitar que el cristinismo ponga en marcha el Plan Bachelet, o sea, el retorno después de un mandato de otro. Claro que en este caso, la necesidad política del retorno de ella se plantearía no como líder de la oposición, sino encabezando las críticas a las desviaciones neoliberales de Scioli, el hombre que debería dedicar su gobierno, si gana, a desactivar la bomba que le entregarían sus compañeros de ruta.

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