Por Carlos Tórtora.-

Hace dos días, Eduardo Camaño, miembro del entorno de José Luis Gioja en la conducción del PJ nacional, trazó un panorama desconsolador para el peronismo ortodoxo. “La conducción del partido no funciona, Scioli vuelve con CFK y Massa se queda a mitad de camino, o sea, todo a pedir de boca del gobierno”.

La ex presidente reapareció en encuestas privadas con el 30% de imagen positiva, mientras era condecorada en Ecuador y sus afiches en las calles porteñas convocaban a un acto organizado por entidades de abogados. Pero lo más sintomático es que la ofensiva judicial en su contra aparece cada vez más en cámara lenta luego de la citación a declarar que le hiciera el juez federal Julián Ercolini. Los tiempos en materia judicial y política sólo admiten una interpretación: si Cristina llega a marzo próximo sin que su situación judicial empeore sensiblemente y luego es candidata, por ejemplo, a senadora nacional por Buenos Aires, cualquier persecución judicial que sufra de allí en más será fácilmente atribuible a una injerencia de los jueces y fiscales en el rumbo de la campaña electoral y perdería entonces credibilidad pública. Es decir que ella está cruzando su zona de riesgo hasta fin de año con bastante éxito. En cuanto a Daniel Scioli, perseguido ahora también por la justicia, su opción de ser el primer candidato a diputado nacional por Buenos Aires por el cristinismo es fácil de entender. De este modo se acoge al paraguas judicial que parece favorecerla a ella, se aseguraría una banca y tal vez otra para su mano derecha Alberto Pérez y sería funcional al macrismo ya que él, en definitiva, es el vicepresidente del PJ y lo involucraría a éste en una nueva aventura con el cristinismo.

Tigrense en problemas

En cuanto a Massa, algunos ya hablan del “síndrome de De Narváez”. Esto es, después de vencer en las urnas a Néstor Kirchner en el 2009, el opacado empresario comenzó a mostrarse ambiguo y vacilante, hasta que terminó perdiendo las riendas de la conducción de la oposición, hasta que Massa apareció en escena con un perfil en parte similar y lo sustituyó.

Algunos especialistas en descifrar los pasos del tigrense sostienen que hay que prestar atención a los futuros pasos de su aliada Margarita Stolbizer. Si ésta empuja para convertirse en la compañera de Massa en una fórmula para senadores nacionales, significaría que este último sigue en carrera. Pero si Stolbizer empieza a apuntar a lo seguro, esto es, a ser primera candidata a diputada nacional, esto implicaría que no creería en la voluntad de aquél de encabezar la oposición.

En el PRO todo está preparado para revivir la polarización con Cristina que les permitió llegar al poder. Si ésta llega a colocarse en las encuestas cerca del 30%, Massa tendría una excelente excusa para ir dando un paso al costado y también Florencio Randazzo llegaría a la conclusión de que, si hay polarización, no tendría sentido arriesgarse a sacar el 5% de los votos.

Es obvio que falta demasiado tiempo para que haya definiciones pero no lo es menos que hasta hace un mes atrás, bajo el influjo de los bolsos con dólares de Juan José López en el convento, CFK aparecía sumergida en el desprestigio y retirada de la política. Hoy ya no es tan así.

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