Por Carlos Tórtora.-

Ayer, el moyanismo ultimaba los detalles logísticos de la gran movilización en un clima de marcada desconfianza. Por primera vez se negó terminantemente a hacerse cargo de los micros que le pidieron distintos grupos del peronismo para transportar militantes al acto. No se trató de una negativa por razones económicas sino de seguridad. En el entorno del ahora enemigo público número uno de Macri, existe la convicción de que abundarán los grupos de infiltrados y que Patricia Bullrich se esforzará por demostrar que los mismos fueron apañados por los camioneros.

Aparte de la lógica obsesión por evitar que la violencia sea la protagonista de la jornada, Moyano hizo un gran esfuerzo para intentar salir de la soledad política en la que procuró ubicarlo el oficialismo, persuadiendo a docena de dirigentes sindicales para que dieran un paso al costado. En lo político, las columnas de La Cámpora serán el plato fuerte. Pero justamente esta reconciliación con CFK es para Moyano un arma de doble filo porque su aspiración es ser el motor de la unidad del peronismo en la oposición, lo que es difícil desde el rol de aliado de la ex presidente.

Saber cómo apretar

En este contexto es que desde la semana pasada, Moyano y los principales barones peronistas del conurbano están negociando la participación de estos en el acto. Dos semanas atrás, el presidente del PJ bonaerense Gustavo Menéndez le abrió las puertas de la reunión de la cúpula del PJ bonaerense en San Bernardo para que Pablo Moyano convocara a marchar contra la política económica oficial. Pero de ahí a que los intendentes, que están monitoreados por el jefe de gabinete bonaerense Federico Salvai, se jueguen a estar en el palco, hay todo un trecho. Sabiendo que no tiene espacio para andarse con medias tintas, Moyano usó para presionar a los alcaldes el arma más efectiva que tiene: el control de las empresas de recolección de basura en buena parte del conurbano. No solo en la ciudad de Buenos Aires se acumuló basura en las ultimas 48 horas. También ocurrió lo propio en Avellaneda, Almirante Brown, Lomas de Zamora y otros partidos donde se trabajó a reglamento. Los intendentes entendieron el mensaje y así es que hubo un moderado comunicado del PJ provincial adhiriendo a la movilización y varios de aquellos llamaron por teléfono para asegurar que se harían presentes.

A todo esto en la Casa Rosada no se privaron de hacer sentir el rigor y Marcos Peña dejó trascender que cada uno de los intendentes que se haga ver en el acto pagará las consecuencias. En otras palabras, que los despachos del gobierno platense le cerrarían sus puertas en la cara a la hora de ir a pedir ayuda financiera.

La otra incógnita es si de los municipios llegarán muchos micros con gente, algo que a Moyano no le habría preocupado porque confiaba plenamente en la masividad de la convocatoria en tanto que sufría la ausencia de la dirigencia.

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