Por Guillermo Cherashny.-

Nadie se imagina que el PRO, que es más un sello que un partido, que fue presidido por el senador Humberto Schiavoni de Misiones, fue siempre una conducción figurativa que no tenía ninguna importancia porque lo manejaba Macri desde la jefatura de CABA o desde la Casa Rosada. Pero desde que el ex presidente señaló con el dedo para presidir al PRO a Patricia Bullrich, ella se lo tomó en serio y quiere transformar al PRO en un partido verticalista donde todos los dirigentes deben obedecerla. Pero los jefes territoriales como Horacio Rodríguez Larreta en CABA, Jorge Macri en Vicente López, Néstor Grindetti en Lanús y Montenegro en Mar Del Plata, no la tienen en cuenta, porque no ejerce ninguna función en ningún gobierno provincial o municipal. Pero «la piba» tiene su territorio en las redes sociales, esencialmente en Twitter, donde tiene 40 o 50 tuiteros que están nombrados en la Ciudad o municipios del conurbano, que convocan a cacerolazos o forman tendencia, porque en Twitter hay mayoría de antiperonistas y antik, a los que engloban en el término peyorativo «peroncho», y así ejerce su presidencia del PRO, avalada por Mauricio Macri desde su quinta de Los Abrojos.

Pero la resistencia no sólo está en los líderes que gobiernan en el PRO sino que Elisa Carrió y la Coalición Cívica abandonaron el chat de Juntos por el Cambio y no la aceptan en su accionar antipolítica que es muy similar a la que utilizó Macri en sus cuatro años de gobierno. Está claro que para hacer antipolítica desde un partido político nunca tendrá el acompañamiento de quienes tienen que estar en contacto con sus gobernados; en cambio, da órdenes a tuiteros fanáticos. Es muy fácil, porque están esperando que les den letra para canalizar el antiperonismo militante.

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