Por Guillermo Cherashny.-

Durante los cuatro años de macrismo, Patricia Bullrich, la ex ministra de seguridad, recurría todos los días a Twitter para notificar sobre sus supuestos «éxitos» en la lucha contra el narcotráfico. Es cierto que el 90% de sus capturas fueron a dealers de 100 gramos y muy pocas veces se detectaron grandes cargamentos. A ese show se sumaron en la provincia de Buenos Aires, donde mostraron cómo se demolían 100 bunkers de venta de droga en el conurbano en una «guerra contra las mafias», donde curiosamente los grandes traficantes no se resistían a los tiros y donde casi no hubo muertos narcos para la represión de las fuerzas federales o provinciales.

Esta actitud de «hábil declarante» de Bullrich le permitió encandilar al presidente Macri, quien la premió con la presidencia del PRO como una salvaguardia de protección por sus relaciones «non sanctas» con el extorsionador D’Alessio más que por la conducción de la oposición macrista liderada por alguien que no pertenece a ese partido. Así fue que desde que Macri la nominó hasta que asumió ese cargo no perdió un solo día sin hacer declaraciones para criticar las medidas de Sabina Frederic que -digamos la verdad- le da motivos a Bullrich para que agrande sus supuestos logros, como bajas de homicidios que nadie vio ni sintió en estos últimos cuatro años.

Ahora, descontenta con su «poco» protagonismo, se presentó un testigo reservado que declaró que la barra brava de Boca, la 12 -como se la conoce-, con Rafael Di Zeo a la cabeza y sus compañeros Aravena y Kruger, intentaban secuestrar a la ex ministro, lo que constituye un verdadero disparate porque para secuestrar a una persona altamente conocida se necesita un aparato logística que la barra brava de Boca Juniors no tiene de casualidad. Más bien parece una parodia de la 12 con una mujer vinculada de alguna manera a ellos para que haga la denuncia que seguramente terminará en el ridículo.

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