Por Guillermo Cherashny.-

Después de doce años y medio de autoritarismo del kirchner-cristinismo, todos esperaban que cambiara -valga la redundancia- con Cambiemos y, si bien es cierto que para afuera el macrismo es tolerante con toda la oposición, salvo por las agresiones y el bullying en Twitter, por la política de redes que maneja el mismo Marcos Peña, es mucho más grave con el disenso interno que abarca a todos los niveles del gobierno, como pasó con Alfonso Prat Gay por no reconocerle autoridad a la jefatura de gabinete y últimamente a Carlos Melconian por no querer suministrarle al tesoro 70.000 millones de pesos para bajar el déficit fiscal al 4,4% del PBI -pero que finalmente hizo-, se le sumaron las declaraciones ante un inversor extranjero sobre el excesivo endeudamiento del país sin bajar el gasto público, aspectos de la política económica que cuestionaba en privado, como el atraso cambiario y el pesimismo del segundo semestre, a diferencia de Prat Gay, Macri y la jefatura de gabinete, lo que ya cambió con el optimismo de Nicolás Dujovne.

Es sabido que el presidente no quiere un superministro de economía como fueron Cavallo o Lavagna e imita a Kirchner y a Cristina, que manejaban ellos la economía. Macri hace lo mismo a través de «sus tres ojos», es decir Peña, Lopetegui y Quintana, hasta ahora un triángulo de las Bermudas -ya que la economía cayó el 3,8% del PBI y el atraso cambiario- muestra como un éxito la baja de la inflación cuando sabemos cómo terminan estos procesos en la historia argentina.

Pero lo más grave es esta especie de policía del pensamiento dentro de un gobierno integrado por una coalición parlamentaria y que se extiende no sólo a Twitter con el bullying a opositores sino con el amplio manejo de los principales medios de comunicación, que se prestan a despretigiar a opositores cuando plantean temas que no le gustan al gobierno. Está claro que estas agresiones de la policía del pensamiento son mucho más sutiles que durante el cristinismo pero no dejan de ser profundamente antidemocráticas.

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